miércoles, 22 de noviembre de 2023

Es necesario, en cualquier circunstancia, que los conflictos no lleguen a niveles dramáticos...

Es necesario, en cualquier circunstancia, que los conflictos no lleguen a niveles dramáticos. Hace unas semanas, vi un documental sobre la intervención de Rusia en la Segunda Guerra Mundial. Esto lo hice al ver un discurso donde un desafiante Putin, le responde a Biden sobre si se acuerdan quiénes vencieron a los nazis.

Mientras observaba el actuar de los soviéticos en la guerra y el gran coraje que mostraron sumado a la obligación de morir por su país. Pensaba en la bestialidad del actuar de Stalin. El líder soviético era despiadado, mentiroso, violento y megalómano. Entonces me dije: "Solo alguien así, con ese carácter y personalidad pudo detener a Hitler".  El papelón de Chamberlain de creer en la palabra de Hitler, la diplomacia de Churchill y la estrategia diplomática de Roosevelt, cayeron en el más hondo ridículo cuando el líder nazi no cumplió con su palabra de respetar ciertos acuerdos. Peor aún, también lo hizo con Stalin. Que fue incrédulo cuando le informaron que Alemania había invadido territorio ruso a pesar de firmar un tratado de no agresión con los nazis.

Hitler ha sido y es uno de los líderes políticos más despiadados que ha conocido la humanidad este último siglo. ¿Quién podría detener a alguien así? Es evidente que fue un individuo con una visión muy particular de la existencia, una casi desconocida para quien ha sido educado con ciertos valores que media humanidad reconoce. Solo Stalin pudo entenderlo y jugar con las mismas reglas. Ambos ejércitos lucharon en una de las batallas más sangrientas y quizás la menos relevante a nivel estratégico, como fue la de Stalingrado. Luego de la derrota nazi, este ejército no fue el mismo.

EEUU también lo entendió, sabía de la amenaza soviética y la brutalidad japonesa en contra de los chinos y contra ellos en Pearl Harbor. Les lanzaron una bomba espantosa. Siendo quizás el acto más abominable realizado en medio de una guerra.

Lo que enseña es que cuando la locura se desata, un cuerdo no puede detenerla. Si la mecha de la irracionalidad se prende, solo otro orate va a poder apagarla. Al final, la paz se va a lograr porque se despertó el lado más malvado del ser humano con solo el afán de impedir que todo se destruya.

Para llegar a ese nivel de violencia, se debe ser muy indiferente a lo que sucede en el día a día. Creyendo que todo problema se solucionará cuando la pus salga de la herida. Lo de Israel con Palestina ya se ha salido de control. Nadie racional va a poder detener ese conflicto. Se gasta demasiada razón en una guerra que ha invadido la emoción y la rabia. En otros tiempos, se arrancaba el corazón del rival para desaparecer el espíritu de su rebelión. Si bien hemos tardado demasiado tiempo en entender que esto no es así, cuando la violencia nos somete volvemos a los primarios sentimientos de sobrevivencia.

viernes, 17 de noviembre de 2023

El fin de la librería Época de Lima


Los mismos lugares, diferentes tiempos. La librería Época del jirón Belén era la última que visitaba cuando iba a comprar libros al centro de Lima y a la que siempre le daba una ojeada. La que en épocas de mis prácticas pre profesionales me quedaba viendo, entre trámite y trámite, sus vitrinas mientras comía una galleta como Holly de Desayuno en Tiffany´s. Al pasar los años, una tela cubrió la parte posterior, justo la que se ubica debajo del letrero de la fotografía. En marzo del año pasado la vi descubierta y con ingenuidad pensé que quizás volvería a tener el brillo de años atrás. Le pregunté al señor que atendía por esa novedad y me dijo que la iban a cerrar y estaban vendiendo todo lo que había. Me acerqué y vi libros con gruesas capas de polvo. Novedades de antaño, estantes de relucientes tomos viejos detenidos en el tiempo. Solo me llevé uno sobre cómo obtener temas para la escritura de historias. Pedí permiso para tomar esta foto y de alguna forma despedirme del último paso de mi ruta libresca. No voy a negar que cada vez que una librería cierra uno se siente más solo.

 

Pd: ahora es un chifa que evidentemente ignora su pasado. 


El texto es de 2016. Hace buenos años que esa librería pasó a mejor vida. 

Destacable solidez. "El Romántico" de Carlos E. Luján Andrade

Por Alonso Rabí Do Carmo 

El cuento ha sido casi siempre un género en el que los experimentos formales han tenido escasa fortuna y, al menos desde que Poe firmó la casi eterna forma del cuento moderno, sus características —estilos más, estilos menos— se han mantenido intactos. Un eje dramático que privilegia el sentido de la tensión, la brevedad y un final sorpresivo, de efecto variado, especialmente irónico, continúan siendo ingredientes centrales, acaso invariables, en un relato. 

Luego de leer los relatos que componen El romántico de Carlos Luján Andrade, uno encuentra que esas lecciones han sido tomadas con provecho. Pero hay que añadir también unas depuradas maneras de afrontar el realismo, haciendo un doble movimiento: mirando hacia la tradición y construyendo un lenguaje personal. 

La mirada a la tradición en estos relatos tiene sin duda una impronta ribeyriana: un vasto catálogo de personajes atrapados en alguna obsesión, empeñados en derrotar al destino inexorable de sus vidas. La lucha es desigual e inútil; de ellas surge un conmovedor sentido heroico, de varias tonalidades, que es el que traslucen muchas de las criaturas que pueblan las páginas de este libro de Luján Andrade. 

La construcción de un lenguaje personal tiene que ver con la gama de sentimientos que van suscitando los cuentos en relación con sus escenarios y vertientes: si se trata del ámbito urbano, el relato se decanta por una expresión de descreimiento; los textos de tono cercano al fantástico, en cambio, muestran una proclividad a lo libresco y ofrecen un singular reto interpretativo; sus incursiones en el mundo rural amplifican sensaciones perturbadoras. 

El cuento inicial, titulado «La noticia», presenta algunos aspectos singulares, sin alejarse demasiado de lo dicho aquí sobre la práctica realista. Es de interés que el narrador emplee el vocativo en su relato: «No quería que se lo dijeras, era todo lo que te pedía» (p. 13), dicen las primeras líneas. En adelante, el sentido del cuento es la confrontación de un personaje y en un verdadero giro argumental. Luego de enumerar profusamente las malas acciones cometidas por el personaje, se suma el sarcasmo: este es, ni más ni menos, un sacerdote. Una variante creativa de la antigua lucha entre el ser y el parecer (la apariencia). 

El cuento siguiente, «Siete moscas», se ubica en la orilla de lo extraño, de lo insólito. Combina la superstición y recuerda, como intertexto remoto, a un cuento de hadas en el que el personaje mata siete moscas de un solo golpe —«El sastrecillo valiente»—, quien gracias a esta hazaña viaja por el mundo enfrentando diversos peligros y combatiendo con seres sobrenaturales. Luján Andrade plantea este esquema, pero lo coloca en el contexto social: matar siete moscas decidirá el rumbo de una negociación entre una empresa minera y la comunidad. 

Otro cuento destacable es «Selección de personal», de trasfondo kafkiano, pues propone situaciones en las que la lógica se torna difusa, las cosas se acercan cada vez más al absurdo, y en el final brilla la ironía, considerando el trabajo, visto como práctica de dominación, como un verdadero tesoro. 

Estos tres relatos, de alguna forma, marcan el tono del libro y las posibilidades de estilo y significado descritas anteriormente. 

El libro se divide en dos partes, y en la segunda se encuentran logros tan destacables como en la primera. El cuento «¿Recuerdas el fútbol peruano?», por ejemplo, juega con un referente popular ineludible en nuestro país, pero en un relato de corte futurista: «El fútbol ha dejado de ser un deporte popular hace muchos años, y él, un hombre de noventa y cinco años, era el último sobreviviente del último título nacional del ya extinto club Alianza Lima» (p. 119).

A esa segunda parte pertenece también «El lenguaje», un relato que intenta retratar una situación primigenia: el nacimiento del lenguaje, el nacimiento de un mundo, tema que tiene, sin duda, reminiscencias borgianas (recordemos, por ejemplo, «Las ruinas circulares»). El personaje es expuesto a las fuerzas de la naturaleza y el paisaje, sus sentidos van aprehendiendo todo con rigurosa curiosidad y apetito, así descubre sonidos, formas, secretas armonías. Se trata del cuento con un lenguaje más cercano a lo poético y, por momentos, con un aliento de ensayo filosófico: «Tétricas eran las noches, ya no podía ver mucho por la escasa claridad y me consolaba con el recuerdo de lo creado y visto en el transcurso del día. Mi memoria era frágil pues no podía recordar más allá del día que había despertado sobre unas hojas secas. Era tal mi desconcierto que asumí que ese fue mi nacimiento, mi primera vez sobre la vida y lo visto no era otra cosa que una primera experiencia» (p. 109). 

El conjunto de diecinueve relatos que dan forma a El romántico es bastante parejo, aunque, por supuesto, destacan algunos cuentos sobre otros, como los que se han detallado líneas arriba. El conjunto muestra una solidez destacable y deja en los lectores la sensación de que el cuento es uno de los mejores vehículos expresivos de la experiencia humana. Sus personajes, atormentados por sus deseos, por su pasado, por su presente o marcados por un destino ante el cual se saben derrotados de antemano, forman un mosaico en el que podemos reconocer muchas de las ansiedades, los miedos, los espantos que ensombrecen la vida contemporánea. En eso radica, creo, el aporte de este libro, que considero de lectura necesaria.


Texto aparece originalmente en: https://proyecto-leer-es-vivir.blogspot.com/2023/07/

Al estudiar Derecho, nos enseñan a que en cierto momento estaremos obligados a tomar una posición determinada...

Al estudiar Derecho, nos enseñan a que en cierto momento estaremos obligados a tomar una posición determinada para defender alguna causa, sea esta justa o no. El abogado no es un superhéroe defensor de la justicia, sino que defiende los intereses de quién es su cliente. Comprendiendo la palabra interés desde una perspectiva amplia. En el proceso judicial o del que sea parte podremos determinar si es justa o no la causa perseguida. Donde más claro se nota este asunto es en el derecho penal. Yo me preguntaba en qué situación moral o ética nos podemos situar ante una clara falta o delito de quien se defiende. El derecho tiene sus reglas, uno no puede ser el que determina la culpabilidad de un individuo, sino el que lo hace es el sistema judicial. Lo que la persona piense sobre un suceso es importante a nivel subjetivo o moral, pero irrelevante para la justicia. Entonces, la solución ante eso es que sabiendo que alguien es culpable de una falta o delito, si el sistema judicial no lo puede probar, entonces es inocente. 

El derecho funciona así. No hay mundos ideales. Lo que queda es afinar las instituciones jurídicas para que los culpables no se escapen en las grietas del sistema. Es una cuestión evidente, pero cuando un acontecimiento se analiza bajo los reflectores del derecho, ya nada parece ser lo que es. Por eso es relevante conocer no únicamente los pormenores de la posición que se defiende, sino la que nos contradice. Solo interesarnos por lo que está de acuerdo con nuestro parecer, nos adentra en el dogmatismo o el fundamentalismo intelectual. 

Una idea puede ser de apariencia muy clara para nosotros, pero si la colocamos en una mesa de disección, aparecerá una serie de cuestiones que no nos daríamos cuenta si no la vemos desde una perspectiva distinta. Es interesante cómo un lugar iluminado desde una posición diferente puede parecer otro, así estemos ante el mismo que hemos presenciado durante mucho tiempo. En un programa radial escuché que un día planteaban las posturas teístas y en otro, las razones ateístas. Ambas fueron abordadas con el mismo nivel de rigurosidad y seriedad. La única conclusión que saqué de ello fue como si observara una edificación desde una ubicación distinta. Puedes ver lo mismo, pero va a depender dónde estés situado para entender el sustento de cada una de sus afirmaciones. Veremos lo mismo, pero también va a depender de lo que deseamos ver. 

Días después, oí a un periodista recomendar en que si bien dudaba de las teorías terraplanistas, sería pertinente analizar a detalle tales argumentos. No porque tengan razón, sino para averiguar cómo así una idea tan alocada pueda poseer tintes racionales o lógicos. Eso también nos despertará la necesidad de revisar los argumentos que tenemos sobre dicho tema. Existe la mala costumbre de caricaturizar las posturas contrarias a la nuestra. Eso solo hace caer en la necedad ideológica y el peligroso fundamentalismo intelectual. Caricaturizar una idea es una falacia argumentativa que solo son usadas para ganar un debate, pero no nos da alguna verdad. Cuando nos dejamos llevar por esa necesidad de burlarnos de las creencias o ideas ajenas, estamos comunicando la desesperación porque otros validen lo que pensamos. Más es una cuestión psicológica que filosófica. 

Al degenerar un debate, buscando ridiculizar en lo que no se cree, poco o nada estamos haciendo por indagar en nuestra propia ideología. Cerrando la idea con la que comencé esta reflexión, puedo decir que existen situaciones donde el punto de vista sobre algo debe ser definido. Por ejemplo, se asume que si estamos a favor del aborto o no, hubo un proceso intelectual que nos hizo llegar a tal conclusión. Lo que debemos definir es si esa posición fue producto de una reflexión responsable o el seguimiento de un dogma que nació en las entrañas. Podemos "sentir" que algo tiene o no razón, pero eso no quiere decir que en la realidad sea lo correcto. El mundo de las emociones pocas veces se cruza con el material. Si no lo tenemos en claro, terminaremos persiguiendo causas justas de imposible aplicación.

Sueño con los Beatles

Hace unas noches soñé con los Beatles. No recuerdo haber soñado con algún músico antes, aunque me parece que una vez lo hice con David Bowie, pero no era él, al igual que Shania Twain. Estaban haciendo una actividad distinta. Eran vendedores o algo así. En el caso de este sueño, me encontraba en una reunión con gente que conocía poco. Notaba la sensación de distancia entre las personas que me rodeaban, pero era acogedor. El ambiente se percibía apacible. El lugar era una cabaña ubicada en lo alto de una colina y circundado de árboles. Yo estaba parado en el medio de la sala cuando alguien tocó la puerta, uno de los invitados la abre y aparecen parados John Lennon y Paul McCartney. El primero lucía sus conocidos anteojos redondos y cristales negros. Su rostro mostraba seriedad a diferencia de Paul, que miraba a los alrededores con una gran sonrisa. Los demás los invitaron a pasar. Me quedé desconcertado e incrédulo. Pensé: «No puede ser, son los Beatles. Tengo que tomarme una foto con ellos». Le pedí a una persona que lo hiciera. Le di mi celular y sacó una fotografía malísisma. Lejana y oscura. Aunque me conformé con ello porque tenía vergüenza de pedirles otra foto. Al rato aparece en el dintel de la puerta George Harrison. Entra saludando a todos y me acerco para tomarme una foto con él. Estoy seguro que pensó: «Qué agradable sujeto», jaja. Ocurre un salto temporal y veo a los cuatro, porque llegó Ringo al rato, tomándose fotos con los demás. Salgo de la reunión emocionado por haberlos conocido. A unos metros fuera de la cabaña, volteo y me la quedo viendo pensando en mis fotografías con los Beatles. En eso, recupero la lucidez y me digo: «Un momento. John Lennon y George Harrison están muertos. ¿Cómo es que se encuentran ahí dentro?». En ese instante me despierto confundido y algo decepcionado. No tocaron ni siquiera Let It Be.

¿Quién es un buen poeta?

Se habla mucho sobre qué es arte o quién es o no un verdadero artista. Del escritor bueno y del malo, de la buena y mala poesía. Entonces, ¿qué tan determinante es saberlo? A veces pienso que es un debate infructuoso. No es lo mismo decir que alguien es un mal médico o abogado. El riesgo es perjudicarse porque no obraron con competencia. Peor aún, algunos críticos han sido más radicales y han tildado de estafadores a poetas, ¿cómo es que un poeta te puede estafar? Ahí mi reflexión se detiene. Es sabido que los escritores como Philip Dick y William Blake tenían alterada la percepción de la realidad. De uno generada por su adicción a los alucinógenos y a que creía que sufría esquizofrenia, y las de Blake que padeció de visiones toda su vida. Escritores como ellos plasmaron dichas visiones en sus obras. En el fondo, estaban describiendo aquello que consideraban real. El mundo en el que vivían era extraño y tormentoso. 

Otros escritores sufrían de eso por sus adicciones al alcohol. Malcolm Lowry o Alan Poe son prueba de ello. Solo en sus momentos de lucidez evocaban las sensaciones que esa dimensión etílica les provocaba. Al indagar en la vida de estos creadores, podremos hallar detalles extraordinarios sobre la forma en que veían el mundo. Pero eso tiene un costo. Nuestra existencia posee cierto orden, hemos aprendido por experiencia e instrucción que para todo efecto hay una causa, el ex nihilo nihil fit de Parménides (de la nada, nada proviene) se encuentra instalado como un dogma. Desde ahí conjeturamos una serie de ideas que nos ayudan a llevar la existencia. Sin embargo, ir hacia terrenos inexplorados por la razón puede ocasionar sufrimiento y confusión. 

Por instinto de supervivencia sabemos que dicho viaje no es voluntario. Algo tiene que suceder en la vida o el organismo para pasar esa prohibida frontera. El artista regresa de la travesía con ansias de contarlo, emulando a un Marco Polo que anhela narrar las maravillas que vio. Describiendo como seres mitológicos aquello que su comprensión aún no puede explicar. Pienso que por ahí va la naturaleza del verdadero artista. Son aquellos que te dicen lo que han visto, lo que sienten en realidad y el precio que han pagado por ello. El artista "malo" o el "estafador", finge hacerlo. Ellos jamás han pasado dicha frontera. Las emociones mostradas, el mundo descrito y representado son solo ejercicios de su imaginación. En su mente no hay lucha por comprender lo inefable ni un esfuerzo por mantener la cordura ante lo inconmensurable. Solo repiten el tormento ajeno en un anhelo de viajar a esos países desconocidos que les describen los libros leídos o las obras vistas. 

Por eso Martín Adán es un gran poeta, así como Vallejo o Arguedas. En su sacrificio vemos que nos llevaron a lo más profundo del alma y no pudieron salir de ahí. El escritor "falso" es un sobreviviente, alguien que quiere hacer oficio de aquello que a otros los llevo al dolor y la locura. Es como ser instructor de lucha espartana sin haber enfrentado nunca a un Jerjes en las Termópilas.

Fallida nostalgia

Un amigo me preguntó sobre si extrañaba a otro amigo con el que hace unos buenos años parábamos juntos. En ese momento me vino la nostalgia. Tuve la debilidad de decirle que sí. Aunque en ese momento recordé las razones por las que nos distanciamos. Es ahí donde me percato que la cura para la nostalgia se halla en no romantizar el pasado. Es evidente que las personas que frecuentados en los tiempos idos nos hicieron vivir gratas experiencias, no obstante, también existieron vivencias que ocasionaron que la amistad se interrumpiera. No me refiero a rupturas traumáticas como una traición o estafa. Ante eso no hay nostalgia que la salve. Sino a la amistad que se va diluyendo con el tiempo. Uno deja de tener temas en común, los intereses se distancian y la complicidad se pierde. Cuando uno vuelve a ver a estas personas, no regresas al momento mejor de esa amistad, sino al punto en el que esta se quebró. Ya no ves al amigo del recuerdo, sino al desconocido que esquivas en la calle.

Es necesario, en cualquier circunstancia, que los conflictos no lleguen a niveles dramáticos...

Es necesario, en cualquier circunstancia, que los conflictos no lleguen a niveles dramáticos. Hace unas semanas, vi un documental sobre la i...