sábado, 25 de febrero de 2012

Cómo ver el cine de Claudia Llosa



El cine de Claudia Llosa será tema de debate cada vez que ella estrene una película o un corto cinematográfico y más aún si este destaca a nivel internacional.  La pregunta que cada vez se intenta responder es cuál es el fondo de sus películas, su intención, qué desea proyectar en ellas. Como cualquier trabajo creativo, esa labor siempre está en manos de quien las ve.

 Es evidente que la calidad de sus películas son superiores a las que se realizan en el país, esto se debe a la carencia de conocimientos técnicos necesarios de muchas producciones nacionales, requisito indispensable para que una película pueda ser considerada digna de competencia en certámenes internacionales y si bien hay otras que han recibido algún reconocimiento, no han despertado tanta polémica como el trabajo de Claudia Llosa. Quizás sea también por otros factores ajenos al cine, eso se le deja a los sociólogos y al tiempo, lo más importante es que todas estas opiniones parten en función a lo que creemos qué significa que un peruano se refiera a otro peruano en tierras extranjeras. Sin embargo, existen opiniones que desean guiar nuestra percepción de ellas  pues  se  ha dicho que la Teta Asustada y Madeinusa es  la mirada occidental y liberal de su directora, en el que “la protagonista es una joven andina que despliega un esfuerzo individual para superar una condición de desventaja. En ambas la colectividad que la rodea aparece como primitiva, o, en el mejor de los casos (La teta asustada), en tránsito hacia la civilización” (Emilio Bustamante) por otro lado, Gustavo Faverón nos dice del cine de Llosa que: 

“No nos pinta el cuadro que esperamos y no nos encandila con la repetición de una falsa grandeza peruana libre de conflictos; no nos conforta, no nos hace soñar que somos más de lo que somos, no nos hace más fácil vivir y no permite que nos olvidemos de las enfermedades de la nación: su dedo apunta hacia nuestros problemas, señala desencuentros, hace presión en las partes que nos duelan más: en la violencia social, en la marginación cultural, en el desprecio de género, en la segregación racial, en los abusos del Estado, en la brutalidad de nuestras relaciones como comunidad” .

Ambas opiniones se centran en aspectos importantes de su cine, pero distantes, uno  ve más al mensajero y el otro al mensaje. Es obvio que una película se nutre de la visión del cineasta, no se le puede atribuir que vea más allá de lo que su percepción le da, eso sería impostar, darle poca legitimidad a su trabajo. No se pretende analizar las películas, sino la manera cómo es que se valora el trabajo de una directora de cine que tiene notoriedad internacional. Por puesta de mano, su trabajo será lo que muchos vean por primera vez lo que es ser peruano (así sea una visión sesgada), lo que se vive en el país y la idiosincrasia de su sociedad. Ese es el temor de muchos al criticar su mensaje, acotando que aquella persona que lo da, no representa a la idiosincrasia del peruano. Eso es cierto, pero también es necesario considerar que ella sí representa al peruano que puede tener acceso a las artes, a la actividad creadora que tiene los estándares de calidad necesarios para trascender. Esa es la manera en que debemos ver su trabajo. La visión del peruano que ha podido desarraigarse de su tercermundismo, de ver a su propio país como algo ajeno, como una materia de estudio que pretende exponer al mundo. Su cine no es para los peruanos, no nos hallamos en él, no interiorizamos sus temas, no nos ayuda a formar una conciencia sobre lo que sucede en el país pues no hay identificación con sus argumentos. Ya que pertenece a la perspectiva particular de la directora de lo que viven las personas del ande (más aún, la visión no es una, difícil que la manera de ver las cosas de un cusqueño sea igual a la de un ayacuchano). Eso no es útil para un peruano, pero sí para el extranjero que nos quiere entender. El cine de Llosa es personal (no creo que pretenda más), un traductor de lo peruano, que explica con sus propias palabras lo que cree que vive el país. Eso es también válido, ya que mucho de lo que vemos de otros países es también esa visión. Los directores se arrogan el derecho de ver a su país y su nación a su manera, que otros no lo vean así no tiene relevancia para la apreciación de su obra. El cine de Llosa nos permite ver ese lenguaje necesario para comunicarnos con el resto del mundo.

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