Así se crea en OVNIS uno no puede alejarse del escepticismo. Tantos años de desarrollo científico nos debe de hacer seres humanos que busquen la interpretación de estos hechos de la manera más convincente, no dejando la explicación a otros individuos que quizás sus opiniones linden con la locura. Carl Sagan, el conocido divulgador científico y casi el responsable que medio mundo tenga interés por a ciencia, siempre expresó su preocupación por las personas inteligentes que caen en la pseudociencia, ya que existe mayor información sobre las especulaciones que de la ciencia misma (a pesar de ser más fascinante que la otra), debiéndose a que el "escepticismo no vende".
Él se refería a lo siguiente:
"La ciencia origina una sensación de prodigio. Pero la pseudociencia también. Las popularizaciones dispersas y deficientes de la ciencia dejan unos nichos ecológicos que la pseudociencia se apresura a llenar. Si se llegara a entender ampliamente que cualquier afirmación de conocimiento exige las pruebas pertinentes para ser aceptada, no habría lugar para la pseudociencia. Pero, en la cultura popular, prevalece una especie de ley de Gresham según la cual la mala ciencia produce buenos resultados.
En todo el mundo hay personas inteligentes, incluso con un talento especial, que se apasionan por la ciencia. Pero no es una pasión correspondida. Los estudios sugieren que un noventa y cinco por ciento de los americanos son “analfabetos científicos”. Es exactamente la misma fracción de afroamericanos analfabetos, casi todos esclavos, justo antes de la guerra civil, cuando se aplican severos castigos a quien enseñara a leer a un esclavo. Desde luego, en las cifras sobre analfabetismo hay cierto grado de arbitrariedad, tanto si se aplica al lenguaje como a la ciencia. Pero un noventa y cinco por ciento de analfabetismo es extremadamente grave.
(…) Es peligroso y temerario que el ciudadano medio mantenga su ignorancia sobre el calentamiento global, la reducción del ozono, la contaminación del aire, los residuos tóxicos y radiactivos, la lluvia ácida, la erosión del suelo, la deforestación tropical, el crecimiento exponencial de la población. Los trabajos y sueldos dependen de la ciencia y la tecnología…”
(El Mundo y sus Demonios / Carl Sagan)
Esta reflexión fue motivada debido a que un chofer que lo recogía del aeropuerto para ir a una conferencia. Cuando estuvieron en el auto le dijo que si no le molestaría quería hacerle muchas preguntas sobre ciencia. Sagan acepta con gusto pero se sorprende al escuchar su inquietud sobre: “los extraterrestres congelados que languidecen en una base de las Fuerzas Aéreas cerca de San Antonio, de “canalización” (una manera de oír lo que hay en la mente de los muertos… que no es mucho, por lo visto), de cristales, de las profecías de Nostradamus, de astrología, del sudario de Turín…)” Sagan se decía que se veía obligado a decepcionarlo con cada explicación a sus inquietudes. Veía al señor como una persona leída e informada sobre cada tema. Sin embargo, cada teoría era perfectamente explicable bajo los criterios de Sagan. Al final, el describe la atmósfera de su charla:
“Mientras viajábamos bajo la lluvia me di cuenta de que el hombre estaba cada vez más taciturno. Con lo que yo le decía no sólo descartaba una doctrina falsa, sino que eliminaba una faceta preciosa de su vida anterior.”
De lo que sí estoy seguro es que aun existen hechos sin explicación y que la ciencia poco puede hacer para darnos un consuelo a estas interrogantes. Aún quedan misterios con los que podemos mantener la esperanza de que nuestra realidad perceptible no lo es todo.