En 1945, durante la Batalla de Berlín, el general Zhúkov fue el encargado de ir por el frente central en la toma de esa ciudad. Este militar es considerado como uno de los mejores estrategas del ejército soviético y por eso le encomendaron tal tarea. Sin embargo, una de las características para ser un gran general es ser también pragmático y cruel. A pesar de tener el aprecio de su tropa, él decía que ante un campo minado ordenaba que sus soldados lo cruzaran como si no lo estuviera. Que las bajas que se produjeran al ejecutar esa orden sería proporcional a si los alemanes hubieran decidido defenderlo con la infantería y la artillería.
Esa medida fue controversial pero se logró el objetivo general que era evitar el avance alemán y luego arrinconarlos para al final derrotar al ejército nazi.
Este hecho me hizo reflexionar sobre las medidas que se toman para evitar que la economía colapse ante la pandemia. Imagino que el gobierno tiene en mente la estabilidad económica como el objetivo general y las calles repletas de virus como un campo minado. Los soldados somos nosotros estallando con cada paso que damos en pos de buscar el sustento diario. Al final, solo se hará un conteo de daños. El país continuará su rumbo y nosotros enterraremos a los muertos.
Solo con el pasar de los años podremos medir las decisiones tomadas el día de hoy. El mundo sigue celebrando el fin de la Segunda Guerra Mundial. Halagan a los grandes generales y dirigentes políticos vencedores, pero pocos hacen hincapié en las decisiones que tomaron para tener el mundo en el que vivimos.
A pesar de tanta reivindicación del individualismo consumista, no debemos olvidar que ante situaciones colectivas extremas como una pandemia, seguimos siendo la infantería, la carne de cañón que será inmolada ante un colapso social en busca de un bien mayor que no gozaremos a corto plazo.