domingo, 1 de mayo de 2011

La Sinceridad Poética *

* Exposición con motivo de la presentación del libro "Poéticas", Casa Raúl Porras Barrenechea, 29 de abril de 2011.

Cuando los editores me pidieron formular algunas reflexiones sobre el libro Poéticas, me resultó inevitable evocar lo pensado cuando me invitaron a escribir un poema sobre el Arte Poética:


Para quienes escriben Poesía, resulta complicado escribir sobre lo que ésta significa, tanto así como le resultaría a un loco hablar del origen de su locura, o más aún, de lo que para él significa la Locura. Un individuo poético no conoce otro universo que no sea el que la misma poesía le otorga, escribir sobre ella es solicitarle que abarque los sentimientos que le produce el vivir, un sentir tan vasto que no puede caber en un lenguaje cuyos significados y significantes han sido creados justamente para delimitar.  La tarea de escribir sobre lo que es el arte poética no hace sino expresar justamente la imposibilidad de referirse a ella.

Entonces, qué decir  sobre una publicación que contiene más de una treintena de poemas que justamente tratan de esto.

Y eso me lleva a observar luego de su lectura una constante: la sinceridad. Estos poemas se encuentran concatenados únicamente por el deseo de ser una comunidad libre, conformadas por figuras literarias de múltiples sonidos y rostros,  donde la belleza resalta la autenticidad de lo escrito, la autenticidad del hombre que vive para el verso.  Aclarando que no debemos creer que todo aquello que se hace llamar poesía es franco y más aún, no confundir la buena poesía o mala con lo que se pretende exponer, Pessoa tiene una observación al respecto, él explica:

“Para poder juzgar el mérito de un poeta, o de cualquier artista, hay que preguntarse, sucesivamente, tres cosas: 1) ¿Qué pretende expresar? 2) ¿Expresa de verdad lo que pretende? 3) ¿Expresa solamente lo que pretende? Si estas tres circunstancias se dan en un artista, puede desde luego asegurarse  que se trata de un artista de mérito; el grado o nivel de mérito es otra cuestión, más difícil de probar o definir…”



La mala poesía puede ser auténtica, en ella puede haber sinceridad de sentimiento pero la que no tiene, posee lo que Johannes Pfeiffer llamaba “falsedad de tono”.  Refiriéndose al no hablar en serio, en donde se fabrican sentimientos desesperados o creencias no experimentadas. Ejemplificándonos la manera de diferenciar entre la fabricación literaria y una auténtica expresión esencial; en la primera existe la impura afectación, la impertinente insistencia, jactancia y arrogancia, en el segundo está la casta sinceridad, la gravedad hermosa, firme y viril. En la falsa se descubre la trivialidad de los ritmos y de las rimas, lo barato de las imágenes, en ello hay una expresión de un impostado horror y tristeza no sentida, a la vez se puede descubrir que en este tipo de poesía se utiliza a la vida como justificación de los versos del poema, un simulacro poético que nos hace cómplice de un sentir irreal, derivándonos hacia una fantasía lejana paralela a la vida real. El desvergonzado impostor fabrica, crea, finge, se burla del fervor auténtico imponiendo una “fingida desesperación”.

En los poemas presentes en esta edición de Poéticas, la autenticidad se encuentra inoculada en la misma génesis del libro, ya que como señala Raúl Allaín, su editor, la creación de la presente publicación, surge en el periodo otorgado para la elección del texto sin que el editor haya tenido injerencia en la selección. Y qué más autenticidad que la reflejada por la voluntad de cada poeta para elegir entre toda su obra, o para escribir, lo que para ellos es su poesía. En tal sentido me pregunto: ¿Algún impostor poético podrá hacerlo sin ruborizarse?

Poemas que muestran las rutas tomadas desde diferentes puertos, convirtiéndose para unos, en una aventura interestelar hacia los más lejanos infinitos, mientras que para otros resulta más bien un viaje al centro del cuerpo, con la esperanza, quizás, de encontrar dentro de ellos mismos su propia alma. Poemas que en caravanas van acompañados de las mismas motivaciones, como es el sentimiento amoroso, dispersándose en su momento con sus propios versos, intentado cada uno arribar a algún destino esperado. El sentimiento poético es el combustible de la poesía, la autenticidad de todas estas voluntades nos permite confiar en que cada uno de estos escritos nos hará llegar hacia donde sus autores nos guíen. Porque confío en que tal franqueza no nos llevará al naufragio. Pero no nos equivoquemos, esta autenticidad de la que hablo no debe confundirse con la Verdad, ya que si bien puede existir la falsa poesía, no por ello debemos considerar a la poesía verídica como su antagónica. Edgar Allan Poe, manifestaba que se ha impuesto la herejía de La Didáctica, suponiendo tácita y expresamente como objeto último de toda Poesía, la Verdad, objetando que para buscarla se necesita severidad, sencillez, precisión, laconismo, frialdad y desapasionamiento, el reverso de lo Poético. Afirmando así que la Poesía se nutre del Gusto, la que le hace la guerra al Vicio, continente de la deformidad y la desproporción que atentan contra la Belleza; porque eso es lo poético, el sentido de lo Bello. Un instinto inmortal profundamente enraizado en el espíritu del hombre, no siendo una mera apreciación de la Belleza que hay en nosotros, sino el desaforado esfuerzo por alcanzar a la que está por encima, y en ese intento es posible percibir la placentera elevación o entusiasmo del alma que se reconoce como el Sentimiento Poético. De ahí la diferencia con la Verdad, que es la satisfacción de la Razón y de la Pasión, que es la satisfacción del corazón, y de existir aquéllas deberán ser sometidas a la Belleza, atmósfera y real esencia del Poema.

¿Y qué podemos encontrar en la sinceridad poética? Si bien en la falsa poesía hallamos pre- experiencias, descripciones de emociones no vividas y la imposibilidad de conocer al mismo poeta, en la sincera percibimos al individuo real, no al fabricado, al hombre que está muy cerca de las tentaciones mundanas y a los vicios del orgullo. Y si bien la poesía destaca por ser pura, no olvidemos lo que decía el poeta cubano Virgilio Piñera: la mitad de toda pureza es impureza, lucha, espanto, tinieblas y horror. A veces tenemos la necesidad de fabricar detrás de este género un halo de excelsitud y admiración exagerada por la creencia de que algún espíritu supremo solicita nuestro verso para trasladar la inspiración proveniente de una inmaterialidad desconocida. Sin embargo, tras bambalinas, a todas estas palabras las preceden graves errores, desengaños bestiales, días pugnando con los días, fatales desenlaces, tristeza honda y quizás punitivas decisiones. La libertad poética nos desprende de la sanción terrenal, permite que nos arroguemos una demencia justificable, denunciando con versos edulcorados las más terribles emociones.

No obstante en aquélla también realzamos la vida, le damos una nueva dimensión a lo creído desolador, odiamos con encanto, creamos dioses tristes o viejos en contraste con la impuesta felicidad y juventud del poeta viviente en nuestros versos, respondemos todas las preguntas angustiantes con imágenes únicas y somos diferentes entre todo aquello que vemos igual.

Durante buen tiempo creí que la poesía contenía una tristeza innata, el peso de las emociones del hombre, el lamento de un aprisionado gigante que lucha por salir de una pequeña y oscura cueva, sin embargo, tal estremecimiento no debe ser patético porque la Belleza no lo es, más bien en ella se enaltece a la melancolía, o como hace unos días escuché decir al escritor chileno Antonio Skármeta, la poesía es encontrar la victoria en la derrota.

Los poemas agrupados en este libro me dan una lección acerca de eso, de encontrarme con la necesidad de todos ellos de salir a flote, estirando el cuello sobre la marea en busca de un respiro, así tengamos, como los icebergs, el descomunal peso de las confundidas emociones bajo el mar. En ese deseo de trascendencia, de instinto de supervivencia podemos hallar la sinceridad poética que la poesía reclama para sí misma.

Concluiré esta breve exposición con la lectura de un pequeño poema de Fernando Pessoa:

Dicen que finjo o miento
En todo lo que escribo. No.
Yo simplemente siento
Con la imaginación.
No uso el corazón.

Lo que sueño y todo lo que me pasa,
Lo que me falta o lo que finaliza,
Es como una terraza
Que da a otra cosa todavía.
Esa cosa sí es linda.
Por eso escribo en medio
De lo que está en pie,
Libre de mi atadura,
Serio de lo que no lo es,
¿Sentir? ¡Sienta quien lee!




Muchas Gracias.


Carlos Luján Andrade



POÉTICAS



El día viernes 29 de abril a las 7:00 pm (hora exacta) se presentará el poemario: POÉTICAS – Artes Poéticas por poetas contemporáneos peruanos, editado por Raúl Allain.


La presentación del libro estará a cargo de Héctor Ñaupari, Carlos Eduardo Luján Andrade, Raúl Allain e Iván Fernández-Dávila.


Se ofrecerá una lectura poéticas con textos de los poetas participantes:


JULIO ATENCIO, MERIAM BENDAYAN, THALÍA TUMES, CARLOS LUJÁN ANDRADE, CLAUDIA INCHÁUSTEGUI, ESTEFANÍA CUESTAS, JULIO CARMONA, NONATO RUFINO CHUQUIMAMANI VALER, VALERIA SEMINARIO, FRANSILES GALLARDO, SEBASTIÁN ARAGÓN, MIGUEL AGURTO SILVA, ROSINA VALCÁRCEL, JORGE CORDOVA, MOSHENGA VIII CABANILLAS PEREZ, FRANK HERNÁNDEZ, FABRIZIO ALVAREZ LOBATO, ALEX VALENZUELA ROMERO, KAREN CARBONE ROJAS, GABY ARCE MUÑOZ, HÉCTOR ÑAUPARI, PARIX CRUZADO, UMBERTO TOSO, JUAN ESTEBAN YUPANQUI, PAUL CAÑAMERO ÁLVAREZ, JAVIER CUSQUISIBÁN MOSQUERA, LIZANDRO VARGAS PACAYA, ZOILA CAPRISTÁN, ELMER ARANA, NÉSTOR MÁLAGA CARPIO, LENA LUNA, JIMMY CALLA, LENAR MAR, MARIA ALEJANDRA CASTELLANOS, LEYDY LOAYZA, DIANA LIZETH BENITEZ, PAUL TORRES.


Fotografías del evento:

Raúl Allaín, Iván Fernandez - Dávila, Hector Ñaupari, Carlos Luján A.

















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