No hay lugar en donde uno no se encuentre con personas que
hablen mal de los animales: sobre su higiene, las enfermedades que transmiten,
hasta de su aspecto. Rechazando su presencia sin siquiera saber en qué los afecta
directamente. Veo en la redes que de vez en cuando se envenenan palomas, gatos
y perros; generando la indignación de muchos pero también observo el silencio
de otros. Al menos uno de nosotros conocerá a alguien a quién le han envenenado
su mascota o peor aún, haber sido
víctima de ello. Erradicar a los gatos, a las palomas, etc. es algo repetido en
los medios, donde se puede leer y
escuchar un sentimiento de miedo con respecto a estos animales y es momento de dejar de escuchar las razones
de esos hipocondriacos paranoides, pues el ser humano no está aislado de la
naturaleza, tiene que aprender a vivir con los otros seres, integrarnos y
compartir el espacio que ocupamos.
Si hay gatos en nuestro parque, pues bienvenido sean, aprendamos algo de ellos observándolos, igual con las palomas y los perros, cuánta sabiduría hemos aprendido de niños leyendo fábulas donde los principales protagonistas son los animales donde se escondían sus propias cualidades. No seamos mezquinos, aprendamos a vivir integrados con la naturaleza, dejemos de pedir que poden los árboles, hagamos un esfuerzo y conservemos un jardín sin tener el temor de que algo de tierra se meta a nuestras casas. De no cambiar, sólo nos estaremos encerrando en una caja de cemento en el medio de la pradera.
Si hay gatos en nuestro parque, pues bienvenido sean, aprendamos algo de ellos observándolos, igual con las palomas y los perros, cuánta sabiduría hemos aprendido de niños leyendo fábulas donde los principales protagonistas son los animales donde se escondían sus propias cualidades. No seamos mezquinos, aprendamos a vivir integrados con la naturaleza, dejemos de pedir que poden los árboles, hagamos un esfuerzo y conservemos un jardín sin tener el temor de que algo de tierra se meta a nuestras casas. De no cambiar, sólo nos estaremos encerrando en una caja de cemento en el medio de la pradera.
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