jueves, 28 de junio de 2018

Patriotismo de estadio

A veces cae mal ese patriotismo banal. Poco me ha conmovido ver a la gente entonar el himno o una canción criolla en estadio extranjero. Pocas veces he visto esa solidaridad masiva en nuestro propio país que se le ha dado a una selección de fútbol en otros ámbitos. Más aún, cuando en ese mismo momento que "todos se unían por la selección", instituciones privadas y públicas estaban mendigando unas cuantas frazadas para que la gente que vive en zonas altas no se mueran de frío. Claro, el aplauso y el griterío son gratis.


Apenas al peruano le pides un sol de bolsillo para ayudar al otro mira hacia el lado contrario. Somos del aplauso fácil. Por eso no extraña que fallen un penal y no escatimen en insultos y graves calificativos cuando segundos antes lloraban de emoción por un gesto conveniente.

Esa gente que lucía su camiseta de la selección en un estadio lleno, vociferando y botando baba en cada grito, me recordaba a esos feligreses que cantan a viva voz una canción de cristo todos lo fines de semana en la capilla con la intención de borrar de la conciencia su mezquindad cotidiana.

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