Acabo de escuchar algunas ideas en un programa de conversación medio facho sobre Filosofía. En este hablaban sobre Nietzsche y su crítica al Cristianismo por haber reblandecido el espíritu heróico del hombre. Ellos lo mencionaban citando su idea de que la compasión se halla en las bases de la moral judeo cristiana, y que el aristócrata iba en contra de la compasión donde la veía como una forma de esclavizar al fuerte por parte del débil, citando que puede ser injusto que un fuerte abuse de un débil, pero mucho más injusto de un débil gobierne a un fuerte. Aclarando que Nietzsche quizás tuvo un error conceptual al observar una visión deteriorada del cristianismo, uno burgués protestante de la Alemania de su época, una que habilitó la usura, distinto del cristianismo tradicional católico.
Más allá de eso, es importante la aclaración al final de esa idea en donde destacan el uso de la palabra y sus significados. ¿Qué es ser fuerte y qué es ser débil? Ahí se plantea un punto valioso para darle un poderoso significado a dicha expresión. Si vemos la civilización similar a un organismo, como lo veía Spengler, podemos inferir que es cambiante, que mientras unos decaen, otros surgen. Es decir, ser tanto débil como fuerte no es un concepto estático, sino móvil. Las sociedades de mantener ese espíritu heroico, el ethos guerrero, siempre intentarán mantener dicho orden. El concepto de que un débil nunca debe mantener a un fuerte es similar a la idea de una represa resquebrajada que intente retener millones de toneladas métricas de agua. El débil para mandar debe dejar de serlo según sus principios y valores.
El entorno político puede ser guiado por esos mismos conceptos. Un gobierno débil no puede dirigir a una ciudadanía fuerte. He ahí una gran injusticia. Sin embargo, si la ciudadanía es mucho más endeble que un gobierno débil, estamos en las mismas que esa frase sobre los reyes, los tuertos y los ciegos.
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