La opinión crítica puede ser desarrollada en la universidad si se dan las condiciones. El problema es cuando en las casas de estudio lo que se aprende es a repetir lo que se enseña ahí, dejando poco espacio para retar las ideas expuestas por los maestros.
Cuando estuve en la facultad de Derecho de la U. de Lima, era bien difícil encontrar algún profesor que pudiera cuestionar en parte aquello que enseñaban. La mayoría de ellos se limitaban a desarrollar técnicas para aplicar lo que los códigos legales y normas señalaban. Para ellos, el sistema estaba bien, solo fallaba cuando las normas no facilitaban que las empresas privadas obtuvieran beneficios.
¿Problemas sociales?, ni por asomo. Dirían: "No es mi tema".
Tan absurdo era el asunto que cursos como Ciencia Política, Filosofía o Sociología del Derecho eran enseñados por maestros conservadores. Prácticamente era nula su profundidad de análisis de la realidad nacional. Hasta ahora recuerdo a un profesor de Derecho Laboral afirmar que no existían países comunistas y ante mis inquietudes por los regímenes de países como China, Cuba o Corea del Norte, trató el tema con desdén y marcó mi sentencia en el aula.
El único profesor que quizás retaba todo aquello que esa universidad representaba fue Carlos Fernández Fontenoy, profesor de cursos electivos de Ciencias Políticas con la que tuve una interacción algo tensa porque era muy exigente. Lo que más valoro de sus clases fue aprender a diferenciar las verdaderas noticias políticas del ruido coyuntural. Llevé con él dos cursos: uno aprobé con holgura y el otro, raspando la olla. No duró mucho. Al ciclo siguiente salió de la universidad sin terminar el curso. Se decía que no se llevaba bien con la rectora.
No sé qué tan cierto fue aquel rumor, pero con el pasar de los años, encontré comprensible su ausencia.
Tampoco me extraña que de esas aulas hayan egresado alumnos tan conservadores. No los culpo en parte ya que en la facultad jamás cuestionaron sus prejuicios y su limitada interpretación de la realidad nacional de la que también fui testigo. No era conveniente ni políticamente correcto, sobre todo porque gente cercana al fujimorismo lideraba las cátedras. Ellos defendían un sistema al que les sacaban provecho y entrenaban a los estudiantes para cederles la posta. Al parecer, en muchos casos, lo han logrado con éxito.
Es importante que uno esté atento sobre este tema. Más aún cuando se da demasiado peso al lugar donde uno ha llevado estudios superiores. Es verdad que cada facultad es distinta, que no necesariamente toda la universidad tiene una tendencia ideológica determinada, pero es preciso que se tenga las antenas bien extendidas cuando otros quieran disfrazar intereses políticos con conocimiento teórico e información. De no ser así, la consecuencia será observar a muchas cabecitas repitiendo como loritos aquello que los maestros nos dieron como migajitas de pan durante tantos semestres.
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