Por Carlos Luján Andrade
El problema de la vida y la salud siempre será asunto recurrente de los medios de comunicación, ya lo hemos vivido recientemente con la gripe AH1N1 y anteriormente con la gripe Aviar, la enfermedad de la “vaca loca”, el Anthrax, el Ébola e innumerables enfermedades que pusieron y ponen en riesgo nuestras vidas. Hemos sido testigos de las horrendas fotografías e imágenes de niños que mueren de hambre en Somalia, las secuelas de la desnutrición en toda el África, las consecuencias de la explosión en Chernóbil, etc. también pudimos sentir la solidaridad del mundo entero cuando ocurrió el terremoto en el Departamento de Ica. En gran parte, estuvimos enterados de tales hechos por los medios de comunicación que cubrieron estás noticas en el momento en que se iniciaron o se descubrieron.
Sin embargo, luego de pasada la conmoción, los mismos medios que tanta importancia le dieron a dichos hechos, los olvidan con suma facilidad para optar por indagar por otros acontecimientos que mantengan la atención del público. Leo hace unos días en un diario que debido a la cobertura dada a la gripe A1H1, se obvio, sobre todo en los medios televisivos, el reportar las incidencias de la ola de frío en Huánuco y Puno, donde niños murieron por encontrarse faltos de abrigo. Es sorprendente la indiferencia de los medios de comunicación ante tan grave problema, ya que aún el destino de las noticias que antes llenaron sus titulares, hoy, al ser algo que ya no impacta, dejan de darles importancia. Los medios nos dan un mensaje subliminal al tratar así los eventos graves y que comprometen la salud de los seres humanos ya que no les causa asombro que se sigan infectando y muriendo personas con la gripe de moda, tampoco que hayan niños falleciendo de Sida y de hambre en el África, porque esas son noticias “muy manoseadas”, o que las personas que perdieron todas sus posesiones en el terremoto de Ica, sigan durmiendo a la intemperie porque eso “ya no le importa” a los consumidores (estamos más enterados de los que sucede en Nueva York, Paris o Londres que los problemas sociales en la selva amazónica o las comunidades campesinas). El discurso dado con o sin intención es: “Ojalá sucedan catástrofes diariamente para que no se nos acaben los lectores y espectadores”, Enrique Martínez-Salanova e Ilda Peralta Pereyra* afirman en su artículo “Educación Familiar y Socialización con los medios de comunicación” que las leyes feroces del mercado y la tecnología han convertido cierto periodismo en algo inevitable, obviando lo grave para quedarnos con lo sensacionalista, esta situación general hace que el espectador consiga hacerse con las ideas superficiales del mundo que le rodea, sintiéndose impotente para conocer la realidad con rigurosidad y profundidad o el sentido verdadero de los pensamientos y opiniones.
Tal situación ocasiona desarraigo moral y cívico de la población hacia lo realmente trascendente para el mejoramiento de nuestra sociedad, en donde se tiene que iniciar campañas mediáticas para ayudar a quienes necesitan apoyo, veamos las teletones del mundo, recaudando grandes cantidades de dinero (haciéndolas pasar como solidaridad) para causas en las que todo individuo debería estar obligado a aportar. Esas leyes feroces del libre mercado que mencionan los autores citados son las que relativizan los hechos trascendentales, el mensaje es reafirmar el mensaje que cada uno puede hacer lo que desea con su tiempo, voluntad y dinero. Ese mismo público degenerado es el que asume como propio el medio de comunicación de su preferencia, exige sensacionalismo, escándalo, buscador de una justificación de la indignación de todas las mañanas.
Parece que existiera una complicidad entre varios medios de comunicación y los consumidores para preferir el escándalo sobre lo realmente grave. Esa predilección por lo sensacionalista, que ocasiona la pérdida de la capacidad para analizar los hechos y agudizar el criterio, contribuye a que se sigan ignorando el sufrimiento constante de muchas personas. En innumerables oportunidades los medios de comunicación han reclamado su respeto a la libertad de expresión, pero la pregunta que queda en el tintero es: ¿Para qué utilizan esa libertad de expresión?, los defensores de tal libertad nos responderían diciendo que es para poder expresar “la verdad”, pero detrás de tales paladines estará el empresario que complemente la palabra diciendo: “la verdad que más venda”.
No es entendible cómo asumen los medios ser paladines de la libertad de expresión, si ella, en su mayoría, contiene un discurso plagado de trivialidad e intrascendencia intelectual, los hechos que nos comunican en diversas oportunidades tiene un sesgo farandulero en donde se tratan temas importantes para el país como si fueran el argumento de alguna telenovela.
La predilección de los medios como de los espectadores peruanos por lo sensacionalista se explica por nuestra dependencia por lo foráneo, justamente la crítica más fundamentada hacía la preferencia por las noticias que causan conmoción en el extranjero (así estas sucedan en el Perú), Situación reflejo de nuestro complejo de inferioridad como sociedad, el ignorar las matanzas de los narcoterroristas hacia los miembros de la Policía Nacional o el Ejército, o la ola de frío en las zonas andinas, como no son noticia en el exterior, simplemente para los medios no vale la pena destacar (porque no hay un rebote mediático del extranjero que amplifique lo sensacional). Algunos me dirán que los medios hablan de estos hechos, pero la pregunta sería ¿cómo los tratan?, no hallamos un seguimiento serio de los hechos más allá de buscar alguna “coima” o “un acto de irresponsabilidad” que ocasione despidos o juicios. Enumeremos los programas de televisión actual que tratan los temas coyunturales con gravedad y el recuento es patético, existen casos aislados de periodistas, que desde sus cada vez más pequeñas columnas, nos advierten de los problemas serios de la sociedad, son solitarios radares de la problemática social, que las grandes antenas de comunicación ignoran.
Es necesario buscar y encontrar la forma en que la problemática social sea noticia y no sólo el impacto mediático, sino también su solución, intentar cambiar la realidad de los medios de comunicación es un esfuerzo innecesario, el sistema de mercado que impera y la fuerte resistencia hacia que sean regulados sus contenidos derivan la responsabilidad del cambio a los usuarios. Consumir las noticias como una manera de integrarse a la sociedad con responsabilidad será el primer paso para conseguir una reforma en la manera de asimilar las noticias que involucren la vida y salud de las personas.
Nota: Ya han muerto a la fecha 37 niños (5 de Junio de 2009) en las zonas alto andinas producto de la ola de frío que ocurren todos los años en el Perú, lamentables las recientes notas de los medios, donde luego de haber sucedido estas muertes, el gobierno, los canales de TV hacen cadenas de solidaridad. Parece que se necesitó la indignación de las personas para iniciar este triste espectáculo mediático nuevamente.
*Enrique Martínez- Salanova Sánchez, pedagogo, antropólogo y vicepresidente del grupo Comunicar.
Ilda Peralta Ferreyra, profesora de Educación de Adultos en Almería (España) y coordinadora del grupo Comunicar.
El texto mencionado se encuentra en el siguiente enlace: http://redalyc.uaemex.mx/redalyc/pdf/158/15801007.pdf
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