viernes, 9 de septiembre de 2011

Discurso de Carlos E. Luján Andrade acerca de su poemario doble Soundtrack / Miles de Misiles



CENTRO CULTURAL LA NOCHE, 7 DE SEPTIEMBRE DE 2011

Muchas Gracias a todos por venir este día y acompañarme en la presentación de mi libro, quiero agradecer a los expositores por sus palabras y a todos aquellos que han hecho posible que este evento se realice. También deseo agradecer a las personas a las que dediqué este libro, en especial a mi padre, que sin su apoyo y sobre todo fe quizás ni siquiera hubiese podido escribir alguna línea, a mi hermana Gisela que hoy no ha podido estar conmigo por encontrarse en Paris pero que siempre ha sido buena consejera y aliada no sólo en temas literarios sino en todo aspecto, impulsándome a continuar en la actividad poética. Y a Sandra, quién me acompaño fielmente durante todo el proceso de la elaboración de este libro a pesar de los momentos difíciles que vivía. Finalmente, quiero recordar a mi madre porque ahí quizás esté la razón de la escritura de mis poemas, su ausencia física siempre me generó el deseo de conversar con ella, de manifestar mis pareceres e impresiones a alguien que ya no estaba a mi lado. Y en ese tránsito de llegar a comprender  en cómo es que se puede dialogar ante una ausencia, uno empieza a hablar a un interlocutor que sólo existe en nuestro recuerdo.  Es en ese hablar -fuera de toda necesidad de clara comprensión-  en el que se generan imágenes alucinadas y sin temporalidad, donde se crea un propio lenguaje en el que uno termina conversando consigo mismo y es ahí donde para mí tenía más sentido lo que nos enunciaba Bernard Shaw acerca de que “ Los poetas hablan consigo mismo en voz alta y el mundo los oye por casualidad ".  Es en el recuerdo de mi madre, en la necesidad de contarle cómo es el mundo tiempo después de que ella se fue, mi mundo, donde parte el origen de lo que escribo.

Qué les puedo decir acerca de este libro que en realidad son dos. El primero de ellos se llama Soundtrack (banda sonora en español) nacido del deseo lúdico de escribir algo sin pensar demasiado en lo que se dirá, motivado por las imágenes que se presentan al escuchar una melodía, con la intención de describir la sensación que emerge cuando uno enciende la radio o presiona “Play”. Y así como la sensación de cada interpretación musical es efímera y única -que se va casi en el instante en que aparece para luego ser reemplazada por otra-  también es la intención de tales poemas: volátiles, espontáneos, espasmos de emociones ya perdidas.   Pero es escritura, el resultado de ese experimento es este libro en el que contradice todo lo que expongo ahora, porque esto no es efímero, es real, más sentido hubiese sido ser como el escultor de humo, del que hablaba Giovanni Papini en su novela Gog, donde el artista frenéticamente le da forma  con una larga paleta y una vez terminada, presuroso le dice a Gog: “¡Mire! ¡De prisa! ¡Imprima la forma en su memoria! ¡Dentro de pocos segundos la estatua se desvanecerá como una melodía que acaba!”. Lástima que no se puedan escribir libros con tinta de humo. Así tendría más sentido lo que explico.

El título del poemario está inglés, quizás pueda ser porque varias de las canciones que motivaron su escritura están en ese idioma, aunque prefiero justificarlo por una anécdota que el poeta peruano Paco Bendezú alguna vez contó, en la cual el mismo Pablo Neruda le dijo que ponerle el nombre en inglés a un poema le traería buena suerte, es así que este poeta le puso Twilight a uno suyo, el resultado fue que ahora dicho trabajo  es considerado como uno de los mejores poemas amorosos peruanos.  Así que indirectamente también le hice caso a Neruda y también me trajo buena suerte. Aunque lo más probable es que no vuelva hacerle caso.

Por otro lado y al otro lado,  está el poemario Miles de Misiles, en sí la existencia de este trabajo es para darle actualidad al libro, porque Soundtrack es del 2006 y este último, del 2008.  Son dos épocas distintas, momentos también distantes y es preciso aclarar la temporalidad de lo escrito porque, sobre todo en la poesía, esta es la fotografía de una emoción, en la que de acuerdo a nuestra experiencia literaria usaremos las imágenes y palabras hasta ese entonces aprendidas y conocidas. Tal vez, en el transcurso de nuestras vidas podamos vivir experiencias similares pero no se crearán los mismos versos pues es como ver una antigua fotografía en la aparecemos jóvenes y luego regresar a ese mismo lugar, tomar otra y después compararlas. Miles de Misiles también es el nombre de un poema incluido en este poemario que se concatena con lo dicho al iniciar este discurso, porque es parte del párrafo siguiente:


“(…)
Palabras temblorosas
Sollozan al espacio lácteo, sin forma
Lanzando miles de misiles a un blanco inexistente”



El poema también es eso, es lanzar palabras sin destino donde quizás hallen algún receptor que las aprehenda, que les hiera, que los conmueva, que los desprecie o les estalle en el pecho.

Sin embargo, el nombre original de esta obra no era así, el nombre con el que fue guardado en un cajón por tres años fue Sol de Medianoche en Groenlandia, un nombre largo, título también de otro poema que finalmente fue retirado antes de la impresión, no por una cuestión de capricho, sino por una necesidad de la imprenta.  Es así que a sugerencia de mi amigo Miguel Ramírez, tomé el nombre de otro poema para darle el título que ahora tiene. Era preciso aclararlo porque durante los años en que este poemario estuvo enclaustrado en mi escritorio, tuvo ese título que para mí significaba mucho. Como algunos sabrán, este es un fenómeno natural que se produce en los polos, donde no se oculta el Sol y a las 12 de la noche este sigue brillando. La alegoría a este nombre era porque intentaba mostrar la imagen de que en algún momento de la existencia, esa sombra que antes nos cobijaba, desaparece, como cuando nos abandona la inocencia para luego sentir por siempre la luz de la existencia sobre nuestras cabezas, quedando en nosotros el deber de dar un poco de sombra a quién todavía estén a nuestro cuidado, porque y cito la manera cómo terminaba este texto: “al parecer sin sombra, no olvidaremos el color del cielo”.  Y por qué hablar de un texto que no aparece finalmente en el libro, porque este le dio la existencia a los que sí están. Recordarlo es un homenaje al poema caído, como otros que también desaparecieron por las circunstancias y el presupuesto. Quizás Miles de Misiles sea la génesis de lo que escribo en este momento y de lo que escribiré en el futuro.

Un detalle que no quiero olvidar mencionar son las fotografías aparecidas en ambas carátulas, estas fueron tomadas hace unos años por mi hermana Gisela, el objetivo era capturar la imagen de un objeto y desprenderlo de su significado, es decir tomarle la fotografía a algo y darle la impresión de ser otra cosa menos de lo que es. Esta ambigüedad la consideré ideal para darle la imagen necesaria a lo que en realidad yo considero qué es la poesía. Al verlas ustedes le darán el significado que deseen, y de saber qué es, dirán que no necesariamente parece serlo.

Para terminar este discurso quiero mencionar que la publicación de este libro y la poesía en general me ha hecho conocer gente maravillosa, personas amantes del arte y la poesía mostrándome en su gusto por ellas el deseo de sincera libertad, porque la creación es la manifestación de no solo de ser libres sino también de querer liberar a los demás, enseñando y creando rumbos nuevos a los espíritus extraviados en los convencionalismos y las ideas pre establecidas.

Esta experiencia de publicar mi primer libro me la llevo como una lección, en la de creer en algo e ir hasta el final, siendo responsable del resultado. Una muestra de mi breve paso por la vida.


Muchas gracias.


Carlos E. Luján Andrade



Anahí Vásquez de Velasco, Gabriel Rimachi, Carlos Luján, Héctor Ñaupari, José Carlos Botto


PALABRAS DE JOSÉ CARLOS BOTTO CAYO CON OCASIÓN DE LA PRESENTACIÓN DE LOS LIBROS SOUNDTRACK Y MILES DE MISILES DE CARLOS LUJÁN ANDRADE


Buenas Noches


El día de hoy he sido invitado por mi amigo Carlos Lujan a la presentación de su poemario Soundtrack. Para mi, es un gran honor el estar acá presente con ustedes y compartir esta noche. 

A Carlos lo conocí en el primer evento de un colectivo cultural que formamos con Anahi, Nacho y Tutti, llamado la Papa Cósmica. Tuve el placer de compartir la mesa redonda en que se desarrollara el evento. Posterior a ese evento, Carlos se quedo con nosotros a compartir una amena charla sobre poesía y música. 

Para mi en lo personal, la poesía consiste en un dejarse fluir… es una conversación entre el yo interior y el alma, muchas veces esta anda media zafada y nos salen cosas estrambóticas, a veces esta feliz y nos salen los colores mas hermosos… es pues todo un misterio…. Quien cuando camina, no a sentido que los poemas surgen y uno se pone a elaborar el poema mas hermoso y al llegar a algún lugar ese bello poema a desaparecido de la mente?

La poesía señores tiene vida propia y nosotros solo somos el medio para que esta pueda fluir libremente. Bajo este concepto muy personal, yo soy un poco reacio a las correcciones en los poemas porque considero que muchas veces se puede ir contra la esencia de lo que uno quiere transmitir. 

Cuando Carlos comentaba que había escrito sus poemas escuchando música, me pareció un buen punto de conexión, puesto que mucha de mi poesía esta escrita de esa manera. Al interactuar con la música, muchas veces dejamos que su ritmo guie nuestras letras y es ahí donde vemos como el solo imaginar el grupo que se escuchaba en ese momento, le va dando un sentido adicional a la poesía en cuanto al ritmo.

Por ejemplo en los poemas Punk I podemos ver claramente este ejemplo de dejarse llevar por la música. 

El poema Punk I es hecho escuchando música de The Clash, y en sus versos dice

Repite y repite
Los acordes
Ametralla el redoble
Presiona los bajos
Arriba y abajo

En el vemos como el ritmo del poema se va dejando llevar por la melodía, incrementándose rápidamente. … cosa como dije anteriormente me parece lo mas normal. Y en este caso me parece muy interesante.

Finalmente uno de los poemas que viene en bonus track, nos dice: a un poeta le da lo mismo la espada o el laurel. Y el poema nos hace recorrer una grata reflexión sobre nuestra labor como poetas. Algunos de nuestros hermanos poetas se ponen el laurel del orgullo y la soberbia, dejando de lado lo mas importante que es el dejarse sentir. Muchas veces, dejamos que nuestro ego hable en la poesía o al momento de tener una actitud frente al público. Sin embargo al otro lado de la moneda tenemos la espina, que bien dice Carlos, es la que se clava en el corazón y es de donde salen los poemas mas hermosos… Aquel corazón herido, no conoce de soberbias ni laureles, es muchas veces puro y comunicativo.

Por eso me atrevo a decir que nuestro querido amigo Carlos Lujan es un poeta que le importa la espina, la cual hace desangrar la tinta de su alma en poemas que nos regala a través de este libro…. Muchas gracias




jueves, 8 de septiembre de 2011

PALABRAS DE HÉCTOR ÑAUPARI CON OCASIÓN DE LA PRESENTACIÓN DE LOS LIBROS SOUNDTRACK Y MILES DE MISILES DE CARLOS LUJÁN ANDRADE




CENTRO CULTURAL LA NOCHE, 7 DE SEPTIEMBRE DE 2011

Si la poesía es un arma cargada de futuro, como escribió el poeta español Gabriel Celaya, preguntémonos, ¿qué es ser un poeta en la primera década del nuevo siglo?  Un esbozo de esa respuesta se encuentra en este libro bifronte, Soundtrack y Miles de Misiles, de Carlos Luján Andrade, dividido como el Dios grecorromano Jano, el de las dos caras, que miran hacia el pasado y el futuro simultáneamente, como un puente que acerca, que comunica, que se tiende entre dos tierras y hace posible que, como el Cristo Redentor, caminemos sobre las aguas, a veces fieras, o a veces mansas, del ayer y del mañana.

En ese orden de ideas, lo bueno de la dualidad es la posibilidad de construir hacia delante sin despreciar la experiencia de la historia pasada. Esa moneda, empero, tiene otra cara: lo malo de la dualidad es la incertidumbre, el no saber qué hacer ni a qué fuerzas ceder. Creo que en ese trance se encuentra la poesía peruana más reciente. Valora la tradición sin confiar plenamente en ella; se aleja de la tentación parricida pero le exige a sus padres literarios, a veces a la mala, que la dejen caminar sola; experimenta, pero sin el artificio o el compromiso de antaño, tomándose lo que escribe no tan en serio.

De allí que, en ciertas expresiones de la poesía última, como los libros objeto, o en aquellos que, como éste, son dobles, no aparezca del todo esa concepción del libro de poesía como un todo orgánico, que constituía y, todavía representa, la búsqueda de muchos de los vates de mi generación, la última que se organizó en generaciones literarias.

Creo que ni unos ni otros hemos tomado en cuenta la advertencia que hace el poeta y crítico mexicano Julián Herbert en su libro sobre la poesía de su país, Caníbal, cuando señala que hay poetas que viven de la tradición como si fuera la cuantiosa cuenta bancaria que les legó un tío lejano, y hay otros que toman posesión, con naturalidad, de una herencia que les es propia.

Con todo, me parece oportuna la pretensión de los noveles poetas, como Carlos Luján, y los libros elegantes y sugestivos, en su poder literario, que ahora comentamos. Cada autor debe buscar su propio camino, pensamos, y ésta no es la excepción.

Sí creemos que, sea cual sea su devenir creativo, y el excelente punto de partida que tiene con este libro en formato doble, se debe considerar, como sostienen diversos escritores, que la literatura no produce argumentos, sino textos poéticos o ficcionales islas de sentido destinados al goce estético.

En el sendero a seguir, sostienen, se debe tomar en cuenta que la poesía busca generar una experiencia estética haciendo uso del lenguaje más abierto e iluminador. Damos por sentado que Carlos Luján atenderá este argumento con la solvencia que le es propia.

Asimismo, concuerdo con ellos cuando se señala que es por esa búsqueda de la belleza que el hombre de letras debe vivir la condición humana como artista y como poeta. No como un maldito, revolcándose en los miasmas de su abandonada miseria. Eso es mediocre y vil, sobre todo si se quiere convertir ese patetismo en arquetipo y norma de vida. Si se quiere insistir en lo oscuro, que estos pseudo malditos tengan el valor, por ejemplo, de realizar un estudio sobre el mal en la literatura peruana, que tanta falta hace.

Georges Bataille, el escritor francés célebre por sus escritos sobre erotismo y filosofía, para quien “la poesía abre la noche al exceso del deseo” en su célebre investigación sobre este mismo tema, el mal, ya nos había advertido: “La literatura no es inocente y, siendo culpable, tenía que acabar por confesarlo.”

Hacerse poeta, estimado Carlos Luján, amigos, ya sea continuando la tradición, quebrándola o bifurcándola, supone en todos los casos reconocer que nuestra vocación es el devenir y la contingencia, generando nuevas descripciones sobre nosotros mismos y la realidad.

Ahora bien, como los mejores creadores, yo sostengo que, además de proponerse que la belleza como fin, la literatura intenta, sin quererlo totalmente, como una consecuencia no deseada, semejante al embarazo de dos adolescentes que se amaron con la pasión de la primera vez, profundizar en el sentido de la existencia, llegar hacia el desvelamiento de lo inaprensible, hacia el deseo de la autenticidad.

Y es que, como se sostiene, la creación literaria no es otra cosa que una serie de desvíos bruscos a imitación de actos únicos de malentendidos creadores. Entonces, la pregunta a la que busca responder Carlos Luján con sus libros, es: ¿Qué somos, qué es cada uno de nosotros sino una combinatoria de experiencias, de informaciones, de lecturas, de imaginaciones? Cada vida es una enciclopedia, una biblioteca, un inventario de objetos, un muestrario de estilos, donde todo puede ser continuamente mezclado y reordenado de todas las formas posibles.

En ese contexto, veamos este libro doble. A mi modo de ver, Luján es un romántico extraño. Encontramos en él los elementos subjetivos, anarquistas, gnósticos y esotéricos del romanticismo, pero pobladas con imágenes y evocaciones, ora realistas y racionales, ora medievales, ajenas por completo al goce contemplativo del romanticismo.

En primer lugar, con ese verso exacto que anticipa estos momentos que vivimos, el poeta se duele que ya no haya más amor pasión entre dos amantes, presas de ese “furioso incendio que me envuelve” como escribiera el poeta, en su texto Congoja:

¿Cuándo sucedió tanta inocencia? ¿Quién les dio su destino fatal? ¿Quién cometió el crimen capital de frivolizar al mejor corazón?

A ellas hay que decirles, como lo hace Carlos Luján en su creación, Tañido, lo siguiente:

Si nunca más escuchas silbar al viento nuestro aire jamás será más denso.

En esa rareza de romántico atávico y nihilista, Carlos Luján recrea, de manera notable, el clima de quien lo ha perdido todo y sueña que todavía lo tiene, en el poema La vigilia, que dice:

¿Qué busca en mí la invisible atmósfera del desasosiego? ¿A un monarca incorruptible e imperturbable que con castillo conquistado y derrumbado aún borbotee en él la pasión de su imperio?

Y el elemento esotérico queda patente en el buen poema Pleasent dreams, donde sostiene:

El tiempo es existencia, pero aquella le inocula la muerte por cortesía y piedad, sino sería sueño eterno sin nocturnos encantos.

Lo que constituye una sorpresa para mí es el poema del bonus track, Érebo, que asemeja una representación de ese individualismo romántico, semejante al vals Desdén.

Sólo vagabundearé por el bosque, entre la muchedumbre entre la lluvia, cubierto de fango mientras bebo mi sangre hasta que la voz y el ardiente pecho se apague.  

Y es que Desdén es el vals individualista por excelencia, y fue compuesto por Miguel Paz, de Los Trovadores del Perú, que dice:

Desdeñoso semejante a los dioses
yo seguiré luchando por mi suerte
sin escuchar las espantadas voces
de los envenenados por la muerte

Por otra parte, un tema se rescata de Soundtrack, y es la reflexión crítica sobre el devaneo de los poetas, sus absurdas disputas, sus críticas infundadas, sus odios racistas y clasistas amparados en el anonimato del post de un blog, su envidia malsana, su vocación cainita. En el excelente poema Farsa poética da cuenta de ello:

“A un poeta le da lo mismo la espina o el laurel”
dice Santos Chocano,
el alma ilesa e indestructible,
sobrevive con su lírica
en la inmortalidad.

¡Fiel engaño de poetas arrepentidos!
porque la espina penetra el corazón
y el laurel corona el orgullo,
los instantes de cálida sangre
son permanentes en las venas
de quien cura el alma de latientes pechos florecientes,
mientras el orgullo vate
sólo defiende los ideales de guerreros y reyes.
¡El orgullo merece el laurel, el corazón espinas!
los tiempos entumecen al espíritu del idilio entre el poeta y la humanidad.

Carlos Luján surge como un Amadís de Gaula de las letras recientes, enfrentando a la corrección política imperante, enfrentando a la corrección política imperante de la poesía, y se enfrenta a los “cuervos voraces de ironía” que menciona en su poema Sacrificio.

De otro lado, en una excelente alegoría del mundo perdido, que es el poema Falsarios, Luján asume la postura del caballero medieval que, como dice el poeta en otro texto, le da “la última bienvenida a la desdicha”. Dice:

¿Porqué coronar?
¿Porqué vencer?
Porque no se puede vivir en el olvido y la derrota.
¡Coge la primera piedra y tíramela en la cara para adivinar mi sentir, verdad de Perogrullo!
Saben que las doce espadas del año adivinan mis anhelos y que el sol resplandece sobre mis ojos cuando me visten de armadura de plata y hasta el emblema de mi escudo es conocido.
¡Conquisto con yelmo y estandarte ajeno!
Mis victorias no son mis victorias, mis tropas, el fiel orgullo, los corceles, el tiempo.
Amo sin castillo, general sin vasallos.
¿Es que en el llano de batalla nadie reconocerá mi rostro?

Creo que la mejor poesía de Luján aparece cuando quiere ser un bardo del Medioevo, fiel transcriptor de las leyendas artúricas. Lo vemos en el poema Britannia, que dice:

Guirnaldas doradas, blasones de oro permítanos llegar al lugar donde tus besos se posan y reír sobre vírgenes de piel tersa que benditas por celestiales estaciones nos sonreirán y esconderán sus miradas de nuestra iluminada sabiduría.

De Miles de misiles, me gusta mucho el primer poema, El desencanto de la libertad. Mi condición de libertario radical, que padece, conforme fue diagnosticado al Divino Marqués, “demencia libertina”, me hace transmutar el título al encanto de la libertad. El poema dice:

Estoy seguro de la libertad inacabada, encubierta y silenciosa, construida dentro de los pliegues de las carnes de los hombres de piedra….Y desde afuera, la libertad conclusa, va dándole su martilleo libertario para hallar la paleontología de un ser recluido en su reposo.

Para concluir, resulta pertinente señalar, como Carlos Luján descubre en sus libros, que los hombres nos destruimos en un poema lo mismo que en un amor no correspondido. O en otro que, en primera instancia recuperado, no reconocemos ya. Por eso, a diferencia de las mujeres, nosotros escribimos los boleros.

De esos amores debemos despedirnos. Debemos hacerlo como un Don Juan que ha colgado los hábitos e invita a su antigua amante a la última aventura, que es la del sexo conocido, con pleno conocimiento de causa y de sus cuerpos, y ya sin culpas maritales, para ir luego, satisfechos y exhaustos, a la evocación del amor a través de la escritura o el delirio de la conversación.

Y es que, a pesar de los reproches que la condición de amante – hombre o mujer no importa, como versó Allen Ginsberg en Howl– genera en espíritus conservadores y bienintencionados, en realidad esta condición es una libertad que  se acepta, no se elige. De allí que las bien o mal casadas, o las solteras sin disimulo, no lo entiendan. Por eso, para despedirnos de ella, hay que hacerlo como lo hace el poeta Carlos Luján, en su poema Despedida, quizás el mejor de sus dos libros, que dice:

Al final descifro el significado del adiós, en la tenue frialdad dinámica de tu piel, recorriendo mundos verticales de una sola dimensión.

Encrespada superficie, reposada del hastío y el afecto inconcluso, para que la incertidumbre andrógina vaya a desdibujar el dorso de los ángulos en espejos matutinos…

Entonces, quisiera perderme igual que tú, andar descaminado libre de intermedios, cósmico hacia un horizonte marino. Aniquilar la paradoja, brotar en una onda y estallar como espuma dejando botellas brillantes con mensajes ocultos de fantasioso náufrago.

Así, para finalizar, recuerda, Carlos Luján, que la obra verdadera de un escritor no está donde éste se propone hacerla, con toda su conciencia, sino en ese otro lugar donde ensaya, borronea, practica, sueña. Que, como enseño Harold Bloom, en última instancia, no existe método de crítica o de enseñanza, ni ninguna teoría literaria, social o psicoanalítica son más perspicaces que la propia literatura. La obra, como se escribiera alguna vez, es el arte de conocer los caminos secretos que van de poema a poema. Pero ésos son los caminos que, como escribió Robert Frost, hacen toda la diferencia.


Muchas gracias. 



Carlos Luján A. y Héctor Ñaupari.



lunes, 5 de septiembre de 2011

Presentación del poemario doble "SOUNDTRACK / MILES DE MISILES" de Carlos E. Luján Andrade




Se presentará poemario doble Soundtrack / Miles de Misiles en LA NOCHE de Barranco el día Miércoles 7 de Setiembre de 2011 a las 7:30 pm (hora exacta)


Comentarios a cargo de:

  • Anahí Vasquez de Velasco (pintora, poeta y promotora cultural)
  • Jose Carlos Botto Cayo (poeta)
  • Hector Naupari (poeta y ensayista)
  • Gabriel Rimachi Sialer (escritor y editor de Casatomada)


Música:
  • Jose Ignacio Lopez Ramírez-Gastón (El Lazo Invisible)



El libro se encuentra a la venta en las siguientes librerías:

*La Casa Verde
*Virrey de Miraflores
*Época
*Las librerías de Zeta Bookstore
*Jirón Camaná 920, (cerca al Queirolo - atención de 10 am - 6 pm / L-S)

Próximamente en librerías Crisol y otras.


INGRESO LIBRE

Las fotografías  y el afiche fueron tomadas y elaborado por Gisela Luján A.














Book Trailer del poemario Soundtrack /  Miles de Misiles


viernes, 2 de septiembre de 2011

Olazabal y el primer libro





"...pocas cosas marcan tanto a un lector como el primer libro que realmente se abre camino hasta su corazón. Aquellas primeras imágenes, el eco de esas palabras que creemos haber dejado atrás, nos acompañan toda la vida y esculpen un palacio en nuestra memoria al que, tarde o temprano -no importa cuántos libros leamos, cuántos mundos descubramos, cuánto aprendamos y olvidemos-, vamos a regresar. Para mí, esas páginas embrujadas siempre serán las que encontré entre los pasillos de los Libros Olvidados" (La Sombra del Viento / Carlos Ruiz Zafón)

Cuánto recuerdo el libro de Luis Alberto Sánchez (El Pecado de Olazábal), si bien los pormenores de la absurda historia ya se ha extraviado en mi memoria, aún mantengo la sensación de desconcierto y sorpresa al leer tan alucinado relato en un día de febril enfermedad. Y como el tedio de padecer un mal me llevó a pasearme por mi casa y simplemente tomar ese librito casi olvidado en un estante de metal y pensar "¿por qué no leer un libro?" y así sucesivamente hasta estos días.

¿Qué se puede esperar de una sociedad donde inundan peluquerías, chifas y pollerías?...

¿Qué se puede esperar de una sociedad donde inundan peluquerías, chifas y pollerías? Donde el principal valor está en lo que se traga. Se ce...