domingo, 10 de marzo de 2019

La locura de las naciones

El último presidente peruano elegido democráticamente que no era un orate fue Belaúnde. Y eso que antes estuvo Velasco y Bermúdez. Después de eso hemos tenido a un loco megalómano, a un dictador psicópata, luego un mitómano con delirios de grandeza, para repetir con el loco. También hemos elegido a un anodino personaje potencialmente psicópata para coronar estos años de democracia con un incompetente (pero excelente lobbysta), mitómano y con una posible demencia senil.

¿Qué podemos decir de la salud mental de nuestra democracia? No olvidemos que esos líderes han sido elegidos por nosotros. Así que si realizamos un ejercicio sobre el estado mental de los ciudadanos de nuestro país, ¿a qué resultado llegaríamos? En cualquier actividad, cuando elegimos al líder que nos dirigirá en un proyecto, ¿elegimos a un loco?, ¿en verdad eso hacemos?, ¿que ha sucedido con nuestro instinto de supervivencia política?, ¿acaso no nos interesa que el país se vaya al tacho y nos da igual quién lo dirija?

La locura de las naciones puede ser producto de traumas emocionales fuertes que si no son tratados adecuadamente, se manifestarán en síntomas como la agresividad, depresión, ansiedad, negación de la realidad, etc. para finalmente terminar en el suicidio. Sí, podemos existir como país, andando y trastabillando, respirando y comiendo pero actuando sin rumbo, igual a lo que hace un loco en un manicomio.

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