martes, 14 de febrero de 2017

Sobre la Telebasura.


La telebasura es como la comida rápida y las golosinas, es usar y botar, y normalmente se la ve cuando uno no quiere pensar en nada o indignarse gratuitamente. La actualidad de la televisión peruana ofende porque es más libre que los individuos mismos, repite conceptos foráneos de entretenimiento sin entender la idiosincrasia peruana, cucufata y elitista. Es así que el individuo se deleita viendo a escondidas esta televisión pero no lo acepta. Y hay que aceptar que el culpable de que estos programas tenga tanto éxito es que la gente los ve pero no lo dice. En la red todos los critican y se llenan la boca argumentando miles de razones casi fascistoides porque aducen que si a ellos no les gusta, a nadie tampoco les debe de gustar.

Si deseamos vivir en libertad nadie puede decirnos qué nos entretiene y qué no. Diferente es la repercusión de estos programas en la educación de quienes aún no pueden decidir, en aquellas personas que no comprenden eso que se llama libertad y que son los niños. Ante ellos hay una responsabilidad de los padres en proporcionarle lo que es bueno y valioso. No sería responsable de llenarlo de comida basura o dulces porque eso le ocasionaría daños físicos que en algunos casos son irreversibles (se sabe que si un niño tiene una mala dieta, cuando alcance la madurez recrudecerá algún mal adquirido de infante) Igual es con las formas de entretenimiento. Otorgarles saludables maneras de distraerse es responsabilidad de su entorno familiar, facilitándole acceso a la buena música, literatura, arte, a las manifestaciones audiovisuales de calidad. Sólo así el niño optará a criterio propio a no tener interés por programas que recurren al facilismo y la trivialidad.

Apagar el televisor debería ser el motivo de las marchas, a desconectarse por un tiempo de aquella influencia negativa, no hagamos caso de las intenciones elitistas de quienes nos quieren decir cómo entretenernos. Sino nos pareceríamos a esos bomberos de Fahrenheit 451, pero esta vez no entrarían a nuestras casas para quemar los libros sino para arrojar por la ventana nuestros televisores.


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