miércoles, 17 de octubre de 2018

Contra la insensatez fujimorista

Luego de tantos años de criticar el fujimorismo, uno se ha ganado cientos de adjetivos. A mediados de los noventas los calificativos eran más duros. Recuerdo el de "terrorista" por hacer un comentario por la desaparición de los sindicatos. Después decían que uno era comunista, socialista, de izquierda, rojo hasta caviar ya en esta última década. Y lo peor es haber sido formado en una universidad con una facultad de Derecho repleto de fujimoristas. Aunque exactamente era gente de derecha que defendían lo que representaba la dictadura con tal de no perder los beneficios de un sistema que hace que unos pocos se llenen los bolsillos.
Lo que nunca entendieron y siguen sin entender es que criticar al fujimorismo todos estos casi 25 años no ha sido para criticar al sistema del que estos delincuentes se han aferrado para que la clase dirigente los mantenga en el poder, sino es por la torpeza de su raciocinio. El fujimorismo ha atentado contra todo principio jurídico, ha interpretado aberrantemente la realidad nacional, y ni qué hablar de su escala subterránea de valores. Han sido la imbecilidad andante y que ha luchado para que el caos generado por su falta de sensatez, se institucionalice. Solo así puede ser justificado su cinismo que está bien representado en esas sonrisas cachacientas mostradas por Fujimori, Montesinos y ahora su hija Keiko cuando estuvieron delante de la justicia. No hay temor a la razón, al buen criterio porque saben que han terminado aturdiendo al ciudadano que cuestiona hasta las buenas y claras razones.
El oponerse al fujimorismo no es oponerse al sistema económico que representa y que hasta ahora lo había protegido, sino es luchar contra la imbecilidad, contra aquellos que no tienen respeto por el conocimiento y las ideas. Si los dirigentes de un país no son capaces de razonar, el caos aumentará. Para demostrar eso es pertinente que nos preguntemos por las razones que han hecho que los de FP estén siendo seriamente investigados. Y una respuesta es que sus ansias por tomar el poder los ha hecho descuidar las políticas económicas que hace que la clase dirigente o la derecha siga obteniendo las ganancias de siempre. Esta misma clase se pregunta: ¿para qué los estamos protegiendo? El fujimorismo en su imbecilidad cree que los privilegios que gozan es por el hecho de ser fujimorista (cosa que para ellos es difícil definir) Y ahora les cuesta saber que siempre estuvieron equivocados. La derecha ahora sólo los ve como una sarta de delincuentes de baja estofa. Se bajaron a un gran representante de su clase como lo fue PPK. Esa fue señal suficiente de que serían capaces los fujimoristas de casarse con cualquier postura ideológica con tal de subsistir. Miren lo que pasó con el Apra y Alan estatizando la banca y luego siendo fiel defensor del sistema liberal.
En realidad lo que está pasando con Fuerza Popular no es una verdadera justicia. Simplemente somos testigos de un relevo de poder. La derecha está apuntando su dedo hacia otro lado como una manecilla del reloj que ya sabe que debe cambiar la hora.
Es por eso que la postura que uno mantiene no es ideológica sino que está determinada por la búsqueda del buen criterio. Anhelar que el país esté manejado por personas pensantes, sea de la ideología que sea. Obviamente con el fujimorismo ya es imposible.



martes, 16 de octubre de 2018

Palabras nacionales vanas

Es innegable que para muchos el fútbol representa un nacionalismo reprimido y reprochable, es por eso que cuando se le da tribuna a lo que dice un futbolista sobre otra selección rival y se le toma en serio como si ellos representaran la idiosincrasia de toda una nación, se generan resentimientos y odios. Un sentir insensato porque hay que recordar que los futbolistas han tenido que dejar los libros para desarrollar sus habilidades deportivas a nivel profesional. Es decir, su opinión es tan profunda como una canción de Arjona. Los medios son irresponsables por ponerle micrófono a gente con poca educación, pero el deporte está al nivel de la farándula así que poco se puede hacer al respecto.
Un profesor comentó en una clase que cuando estuvo en Japón, otro maestro de ese país le habló sobre Sudamérica y los problemas que tenemos con nuestros vecinos. Le intrigaba el hecho de que si la mayoría de gente profesa la religión católica, hablan el mismo idioma y provienen de una cultura pre hispánica similar, ¿por qué estamos separados?
Los odios entre países comienzan por los problemas más tontos, y no es que lo seamos, sino que el resentimiento es tan grande que estamos buscando el más mínimo pretexto para desencadenar esa ira.
Un detalle que no debemos olvidar y en eso los medios de comunicación deben ser más conscientes es que la rivalidad con Chile no es un asunto de farándula, es un tema que genera problemas de todo tipo. Por ejemplo, durante muchos años el desminado de la frontera ha sido detenido por algún impase, cada cosa que se decía a nivel político entre nuestros países, detenía el desminado. Así el tiempo pasó y el riesgo se mantuvo. Pensemos que si un político (de esos que ya sabemos) le preguntan sobre un partido de fútbol y hace un comentario desatinado, puede traer consecuencias negativas de las que estaremos hablando días y días.
Así que como dice ese dicho algo ofensivo "tomemos las cosas de quien viene". Eso nos ahorrará malos ratos.

Dilema mundano

Normalmente me siento en las bancas de los parques a mirar a la gente o a leer un libro y me es casi imposible ver a alguna persona sola que esté simplemente haciendo lo que describo. Sin embargo, un día, cuando era más ingenuo -tecnológicamente hablando- vi a varias personas sentadas por todo un parque en completa soledad y me agradó la idea de que estuvieran disfrutando una tarde al aire libre simplemente mirando a la nada. Triste fue mi decepción al percatarme que hablaban con alguien con el dispositivo manos libres. Cuando estudiaba en la PUCP hacía lo mismo hasta que una vez me senté en una banca que se encontraba al frente de no sé qué edificio administrativo, habré estado por una hora simplemente ahí, sin hacer nada y de pronto se me acerca el vigilante preguntándome si buscaba a alguien. Aquí no le puedo echar la culpa a la tecnología, ya que en ese entonces tampoco veía a la gente sentada en soledad, no eran aún las épocas de Youtube o Facebook, pero las personas tenían una alergia a estar solas que si mal no recuerdo no podían ni ir a almorzar solas o tomar una taza de café. Entonces, cuando ves a uno que solitariamente observa el entorno, piensas lo peor: es un acechador, un terrorista o un perdedor quien no tiene a nadie que lo acompañe. La soledad está mal vista, con sospecha, y lo más lamentable es que uno prefiera la compañía de un aparatito del tamaño de una calculadora a estar con uno mismo.

martes, 9 de octubre de 2018

Sobre los buenos libros

Para determinar si hemos leído un buen libro o no, es preciso un tiempo de espera. Así, dejaremos que la impresión por haberlo leído se asiente en el interior de la experiencia. No hay palabras más ciertas como las escritas por Schopenhauer:
"Hallándose de viaje, sucediéndose rápidamente las curiosidades de toda especie, el alimento intelectual de afuera es tan fuerte, en ocasiones, que no se tiene tiempo de digerirlo. Se lamenta que las impresiones fugaces no puedan dejar duradero rastro. Sucede como en la lectura; ¡cuántas veces no nos dolemos de no retener, y eso a costa de grandes esfuerzos, en la memoria nada más que la milésima parte de lo que leemos! Pero ha de consolarnos en ambos casos que tanto lo que se ha visto como lo que se ha leído impresiona el espíritu antes que lo olvidemos, formándole y nutriéndole; mientras tanto, restando únicamente en la memoria la broza y lo inútil, colma su vacío con una materia que le es por entero extraña, pero que nada aporta a su esencia".
El mal libro puede ser correcto, es decir, estar bien escrito, como un vaso de vidrio bien hecho porque es uniforme, transparente, sin burbujas, sólido y útil. Sin embargo, mientras no contenga nada, sólo servirá para colocarlo de cabeza en algún estante de la cocina luego de lavarlo. Lo que llega a nuestras impresiones es su contenido, el líquido exquisito o amargo que se nos proporcione en él.Eso es lo que se quedará en nuestro paladar por un buen rato, dejando del lado la textura que sentimos al sostener su recipiente. O viceversa, los más exquisitos vinos pueden estar largo tiempo atrapados en toscas barricas de roble. El lenguaje es un instrumento así como lo es un recipiente, pero no se basta a sí mismo para dejar una fuerte impresión en nuestras sensaciones.

sábado, 6 de octubre de 2018

¿Urresti para Lima? Elecciones municipales 2018

No sé cuál será el impacto de la sentencia contra Urresti. Conversando con la gente, algunos dicen que votarán "por su seguridad". Lo irónico del asunto es que un candidato, conductor de un programa policial, haya contribuido a generar ese clima de inseguridad en la ciudad. No es poco que siempre exista material para ser emitido en su programa. Lo que no pudo mantener es la idea de que pueda hacer algo al respecto. Reggiardo se valió de una imagen trivial de lo que es combatir la delincuencia. Poco a poco la gente se ha dado cuenta que desde un set de televisión no se derrota el crimen y dirigieron su vista a ese efectivo policial que arriesgaba su vida por evitar un delito que aparecía en la pantalla.
Urresti representa a ese individuo que tuvo que tomar decisiones complicadas para cumplir su misión, decisiones en muchos casos equivocadas que lo llevaron a ser procesado judicialmente. La imagen que proyectó hace dos días, es la de una persona común y corriente aceptando su destino. Y mediáticamente impacta. Combatir la delincuencia de mano propia pone en entredicho valores y creencias. La gente sabe que alguien tiene que hacerlo porque ellos no quieren responsabilizarse de las consecuencias.
Obviamente, Urresti es un outsaider político, una persona sin ningún tipo de experiencia en gestión pública que implique algo más que el cumplimiento de órdenes y la represión. Y nada de lo dicho anteriormente garantizará que sea un buen alcalde. Esa es la característica de estos forasteros de la política. Él solo "desarrolla su papel de líder, ajeno a la política misma (...), aparece siendo eficaz; es decir, brindando soluciones, no importa a qué precio, que los partidos no habían sabido ofrecer. Su fuente de legitimidad son, por eso, los resultado aparentes." (Nicolás Lynch, citado por Umberto Jara en El Outsaider)
De salir elegido el día de mañana, los limeños continuaremos con la idea de que nos guste el político que nos miente más bonito.


Y no aprendemos. Pasamos la página muy rápido. Eso es ignorancia. Cuando era pequeño y mi papá se preocupaba por mi rendimiento en matemáticas, me preguntaba si sabía bien la lección para el examen. Yo le decía que sí, que no tenía ni nervios. Él me decía que por eso se angustiaba porque la ignorancia es atrevida.  Ese es el punto principal. Los ciudadanos al no saber o querer enterarse de la trascendencia de la elección de los líderes políticos, no toman en serio su voto. Y no hablo de comenzar a ver sus programas de gobierno de cada candidato, sino que es algo que comienza años antes. Contrastar información, averiguar más profundamente las implicancia de una buena o mala gestión pública, hasta algo de historia de los medios o de la política peruana reciente. Con ese conocimiento previo podrá evaluar con responsabilidad las propuestas presentadas. Y mejor aún, podrá defender su voto con seriedad y altura. Es desesperante escuchar o ver a la gente repetir como loros lo que alguien desinformado les dijo y por supuesto, que también les conviene. Yo hasta les he pedido que tengan algo de amor propio y saquen sus propias conclusiones.

viernes, 5 de octubre de 2018

La virtud y el fútbol

No voy a negar que en algún momento de mi adolescencia quise negar el gusto por el fútbol desde que leí a Borges refiriéndose a ese deporte. Así como cuando quise ser agnóstico porque creía que un individuo que se dice inteligente no puede tener religión alguna. Gran ingenuidad que con el pasar de lo años me hizo saber que tanto la fe como el cariño hacia una religión o actividad son inamovibles si es que te han sido enseñados con pasión y buenas intenciones.
Desde pequeño vi que para muchos amigos un partido de fútbol jugado en el recreo donde se pateaba una tapa de plástico era tan importante como intenso. Esos patios era una Bombonera todos los días. Aún recuerdo las veces que ante un penal que se cobrara en un solitario parque y mi compañero estaba apunto de patear, cerraba los ojos con el corazón atragantado. O la felicidad que sentía cuando los de mi equipo se me venían encima las pocas veces que metí un gol (casi siempre paraba en el arco o defendía)
También viene a mi mente cuando veía jugar con destreza a mi padre en las canchas del hospital Augusto B. Leguía del Rímac o sentado con él al frente de una televisión. Escuchar sus reclamos a la pantalla en donde me enseñaba cómo se debe apreciar con inteligencia ese deporte más allá de fanatismos irracionales (¡cuántas veces han dudado de mi afición por el Alianza Lima por las innumerables quejas que siempre he dicho cuando este equipo ha jugado mal!).
Y así ejemplos hay muchos. No se puede obviar a un deporte en donde hemos vivido la alegría o la tristeza con la misma intensidad. Más aún, que esos mismos sentimientos son vividos por gente que uno quiere demasiado. Si la selección peruana saca resultados positivos en estos dos últimos partidos, no me alegraré por esos jugadores, ni por un país entero que no conozco, sino por las personas que me enseñaron las virtudes de ese deporte, porque ellos tendrán aunque sea por un instante un poco de felicidad.

Es necesario, en cualquier circunstancia, que los conflictos no lleguen a niveles dramáticos...

Es necesario, en cualquier circunstancia, que los conflictos no lleguen a niveles dramáticos. Hace unas semanas, vi un documental sobre la i...