miércoles, 22 de noviembre de 2023

Es necesario, en cualquier circunstancia, que los conflictos no lleguen a niveles dramáticos...

Es necesario, en cualquier circunstancia, que los conflictos no lleguen a niveles dramáticos. Hace unas semanas, vi un documental sobre la intervención de Rusia en la Segunda Guerra Mundial. Esto lo hice al ver un discurso donde un desafiante Putin, le responde a Biden sobre si se acuerdan quiénes vencieron a los nazis.

Mientras observaba el actuar de los soviéticos en la guerra y el gran coraje que mostraron sumado a la obligación de morir por su país. Pensaba en la bestialidad del actuar de Stalin. El líder soviético era despiadado, mentiroso, violento y megalómano. Entonces me dije: "Solo alguien así, con ese carácter y personalidad pudo detener a Hitler".  El papelón de Chamberlain de creer en la palabra de Hitler, la diplomacia de Churchill y la estrategia diplomática de Roosevelt, cayeron en el más hondo ridículo cuando el líder nazi no cumplió con su palabra de respetar ciertos acuerdos. Peor aún, también lo hizo con Stalin. Que fue incrédulo cuando le informaron que Alemania había invadido territorio ruso a pesar de firmar un tratado de no agresión con los nazis.

Hitler ha sido y es uno de los líderes políticos más despiadados que ha conocido la humanidad este último siglo. ¿Quién podría detener a alguien así? Es evidente que fue un individuo con una visión muy particular de la existencia, una casi desconocida para quien ha sido educado con ciertos valores que media humanidad reconoce. Solo Stalin pudo entenderlo y jugar con las mismas reglas. Ambos ejércitos lucharon en una de las batallas más sangrientas y quizás la menos relevante a nivel estratégico, como fue la de Stalingrado. Luego de la derrota nazi, este ejército no fue el mismo.

EEUU también lo entendió, sabía de la amenaza soviética y la brutalidad japonesa en contra de los chinos y contra ellos en Pearl Harbor. Les lanzaron una bomba espantosa. Siendo quizás el acto más abominable realizado en medio de una guerra.

Lo que enseña es que cuando la locura se desata, un cuerdo no puede detenerla. Si la mecha de la irracionalidad se prende, solo otro orate va a poder apagarla. Al final, la paz se va a lograr porque se despertó el lado más malvado del ser humano con solo el afán de impedir que todo se destruya.

Para llegar a ese nivel de violencia, se debe ser muy indiferente a lo que sucede en el día a día. Creyendo que todo problema se solucionará cuando la pus salga de la herida. Lo de Israel con Palestina ya se ha salido de control. Nadie racional va a poder detener ese conflicto. Se gasta demasiada razón en una guerra que ha invadido la emoción y la rabia. En otros tiempos, se arrancaba el corazón del rival para desaparecer el espíritu de su rebelión. Si bien hemos tardado demasiado tiempo en entender que esto no es así, cuando la violencia nos somete volvemos a los primarios sentimientos de sobrevivencia.

viernes, 17 de noviembre de 2023

El fin de la librería Época de Lima


Los mismos lugares, diferentes tiempos. La librería Época del jirón Belén era la última que visitaba cuando iba a comprar libros al centro de Lima y a la que siempre le daba una ojeada. La que en épocas de mis prácticas pre profesionales me quedaba viendo, entre trámite y trámite, sus vitrinas mientras comía una galleta como Holly de Desayuno en Tiffany´s. Al pasar los años, una tela cubrió la parte posterior, justo la que se ubica debajo del letrero de la fotografía. En marzo del año pasado la vi descubierta y con ingenuidad pensé que quizás volvería a tener el brillo de años atrás. Le pregunté al señor que atendía por esa novedad y me dijo que la iban a cerrar y estaban vendiendo todo lo que había. Me acerqué y vi libros con gruesas capas de polvo. Novedades de antaño, estantes de relucientes tomos viejos detenidos en el tiempo. Solo me llevé uno sobre cómo obtener temas para la escritura de historias. Pedí permiso para tomar esta foto y de alguna forma despedirme del último paso de mi ruta libresca. No voy a negar que cada vez que una librería cierra uno se siente más solo.

 

Pd: ahora es un chifa que evidentemente ignora su pasado. 


El texto es de 2016. Hace buenos años que esa librería pasó a mejor vida. 

Destacable solidez. "El Romántico" de Carlos E. Luján Andrade

Por Alonso Rabí Do Carmo 

El cuento ha sido casi siempre un género en el que los experimentos formales han tenido escasa fortuna y, al menos desde que Poe firmó la casi eterna forma del cuento moderno, sus características —estilos más, estilos menos— se han mantenido intactos. Un eje dramático que privilegia el sentido de la tensión, la brevedad y un final sorpresivo, de efecto variado, especialmente irónico, continúan siendo ingredientes centrales, acaso invariables, en un relato. 

Luego de leer los relatos que componen El romántico de Carlos Luján Andrade, uno encuentra que esas lecciones han sido tomadas con provecho. Pero hay que añadir también unas depuradas maneras de afrontar el realismo, haciendo un doble movimiento: mirando hacia la tradición y construyendo un lenguaje personal. 

La mirada a la tradición en estos relatos tiene sin duda una impronta ribeyriana: un vasto catálogo de personajes atrapados en alguna obsesión, empeñados en derrotar al destino inexorable de sus vidas. La lucha es desigual e inútil; de ellas surge un conmovedor sentido heroico, de varias tonalidades, que es el que traslucen muchas de las criaturas que pueblan las páginas de este libro de Luján Andrade. 

La construcción de un lenguaje personal tiene que ver con la gama de sentimientos que van suscitando los cuentos en relación con sus escenarios y vertientes: si se trata del ámbito urbano, el relato se decanta por una expresión de descreimiento; los textos de tono cercano al fantástico, en cambio, muestran una proclividad a lo libresco y ofrecen un singular reto interpretativo; sus incursiones en el mundo rural amplifican sensaciones perturbadoras. 

El cuento inicial, titulado «La noticia», presenta algunos aspectos singulares, sin alejarse demasiado de lo dicho aquí sobre la práctica realista. Es de interés que el narrador emplee el vocativo en su relato: «No quería que se lo dijeras, era todo lo que te pedía» (p. 13), dicen las primeras líneas. En adelante, el sentido del cuento es la confrontación de un personaje y en un verdadero giro argumental. Luego de enumerar profusamente las malas acciones cometidas por el personaje, se suma el sarcasmo: este es, ni más ni menos, un sacerdote. Una variante creativa de la antigua lucha entre el ser y el parecer (la apariencia). 

El cuento siguiente, «Siete moscas», se ubica en la orilla de lo extraño, de lo insólito. Combina la superstición y recuerda, como intertexto remoto, a un cuento de hadas en el que el personaje mata siete moscas de un solo golpe —«El sastrecillo valiente»—, quien gracias a esta hazaña viaja por el mundo enfrentando diversos peligros y combatiendo con seres sobrenaturales. Luján Andrade plantea este esquema, pero lo coloca en el contexto social: matar siete moscas decidirá el rumbo de una negociación entre una empresa minera y la comunidad. 

Otro cuento destacable es «Selección de personal», de trasfondo kafkiano, pues propone situaciones en las que la lógica se torna difusa, las cosas se acercan cada vez más al absurdo, y en el final brilla la ironía, considerando el trabajo, visto como práctica de dominación, como un verdadero tesoro. 

Estos tres relatos, de alguna forma, marcan el tono del libro y las posibilidades de estilo y significado descritas anteriormente. 

El libro se divide en dos partes, y en la segunda se encuentran logros tan destacables como en la primera. El cuento «¿Recuerdas el fútbol peruano?», por ejemplo, juega con un referente popular ineludible en nuestro país, pero en un relato de corte futurista: «El fútbol ha dejado de ser un deporte popular hace muchos años, y él, un hombre de noventa y cinco años, era el último sobreviviente del último título nacional del ya extinto club Alianza Lima» (p. 119).

A esa segunda parte pertenece también «El lenguaje», un relato que intenta retratar una situación primigenia: el nacimiento del lenguaje, el nacimiento de un mundo, tema que tiene, sin duda, reminiscencias borgianas (recordemos, por ejemplo, «Las ruinas circulares»). El personaje es expuesto a las fuerzas de la naturaleza y el paisaje, sus sentidos van aprehendiendo todo con rigurosa curiosidad y apetito, así descubre sonidos, formas, secretas armonías. Se trata del cuento con un lenguaje más cercano a lo poético y, por momentos, con un aliento de ensayo filosófico: «Tétricas eran las noches, ya no podía ver mucho por la escasa claridad y me consolaba con el recuerdo de lo creado y visto en el transcurso del día. Mi memoria era frágil pues no podía recordar más allá del día que había despertado sobre unas hojas secas. Era tal mi desconcierto que asumí que ese fue mi nacimiento, mi primera vez sobre la vida y lo visto no era otra cosa que una primera experiencia» (p. 109). 

El conjunto de diecinueve relatos que dan forma a El romántico es bastante parejo, aunque, por supuesto, destacan algunos cuentos sobre otros, como los que se han detallado líneas arriba. El conjunto muestra una solidez destacable y deja en los lectores la sensación de que el cuento es uno de los mejores vehículos expresivos de la experiencia humana. Sus personajes, atormentados por sus deseos, por su pasado, por su presente o marcados por un destino ante el cual se saben derrotados de antemano, forman un mosaico en el que podemos reconocer muchas de las ansiedades, los miedos, los espantos que ensombrecen la vida contemporánea. En eso radica, creo, el aporte de este libro, que considero de lectura necesaria.


Texto aparece originalmente en: https://proyecto-leer-es-vivir.blogspot.com/2023/07/

Al estudiar Derecho, nos enseñan a que en cierto momento estaremos obligados a tomar una posición determinada...

Al estudiar Derecho, nos enseñan a que en cierto momento estaremos obligados a tomar una posición determinada para defender alguna causa, sea esta justa o no. El abogado no es un superhéroe defensor de la justicia, sino que defiende los intereses de quién es su cliente. Comprendiendo la palabra interés desde una perspectiva amplia. En el proceso judicial o del que sea parte podremos determinar si es justa o no la causa perseguida. Donde más claro se nota este asunto es en el derecho penal. Yo me preguntaba en qué situación moral o ética nos podemos situar ante una clara falta o delito de quien se defiende. El derecho tiene sus reglas, uno no puede ser el que determina la culpabilidad de un individuo, sino el que lo hace es el sistema judicial. Lo que la persona piense sobre un suceso es importante a nivel subjetivo o moral, pero irrelevante para la justicia. Entonces, la solución ante eso es que sabiendo que alguien es culpable de una falta o delito, si el sistema judicial no lo puede probar, entonces es inocente. 

El derecho funciona así. No hay mundos ideales. Lo que queda es afinar las instituciones jurídicas para que los culpables no se escapen en las grietas del sistema. Es una cuestión evidente, pero cuando un acontecimiento se analiza bajo los reflectores del derecho, ya nada parece ser lo que es. Por eso es relevante conocer no únicamente los pormenores de la posición que se defiende, sino la que nos contradice. Solo interesarnos por lo que está de acuerdo con nuestro parecer, nos adentra en el dogmatismo o el fundamentalismo intelectual. 

Una idea puede ser de apariencia muy clara para nosotros, pero si la colocamos en una mesa de disección, aparecerá una serie de cuestiones que no nos daríamos cuenta si no la vemos desde una perspectiva distinta. Es interesante cómo un lugar iluminado desde una posición diferente puede parecer otro, así estemos ante el mismo que hemos presenciado durante mucho tiempo. En un programa radial escuché que un día planteaban las posturas teístas y en otro, las razones ateístas. Ambas fueron abordadas con el mismo nivel de rigurosidad y seriedad. La única conclusión que saqué de ello fue como si observara una edificación desde una ubicación distinta. Puedes ver lo mismo, pero va a depender dónde estés situado para entender el sustento de cada una de sus afirmaciones. Veremos lo mismo, pero también va a depender de lo que deseamos ver. 

Días después, oí a un periodista recomendar en que si bien dudaba de las teorías terraplanistas, sería pertinente analizar a detalle tales argumentos. No porque tengan razón, sino para averiguar cómo así una idea tan alocada pueda poseer tintes racionales o lógicos. Eso también nos despertará la necesidad de revisar los argumentos que tenemos sobre dicho tema. Existe la mala costumbre de caricaturizar las posturas contrarias a la nuestra. Eso solo hace caer en la necedad ideológica y el peligroso fundamentalismo intelectual. Caricaturizar una idea es una falacia argumentativa que solo son usadas para ganar un debate, pero no nos da alguna verdad. Cuando nos dejamos llevar por esa necesidad de burlarnos de las creencias o ideas ajenas, estamos comunicando la desesperación porque otros validen lo que pensamos. Más es una cuestión psicológica que filosófica. 

Al degenerar un debate, buscando ridiculizar en lo que no se cree, poco o nada estamos haciendo por indagar en nuestra propia ideología. Cerrando la idea con la que comencé esta reflexión, puedo decir que existen situaciones donde el punto de vista sobre algo debe ser definido. Por ejemplo, se asume que si estamos a favor del aborto o no, hubo un proceso intelectual que nos hizo llegar a tal conclusión. Lo que debemos definir es si esa posición fue producto de una reflexión responsable o el seguimiento de un dogma que nació en las entrañas. Podemos "sentir" que algo tiene o no razón, pero eso no quiere decir que en la realidad sea lo correcto. El mundo de las emociones pocas veces se cruza con el material. Si no lo tenemos en claro, terminaremos persiguiendo causas justas de imposible aplicación.

Sueño con los Beatles

Hace unas noches soñé con los Beatles. No recuerdo haber soñado con algún músico antes, aunque me parece que una vez lo hice con David Bowie, pero no era él, al igual que Shania Twain. Estaban haciendo una actividad distinta. Eran vendedores o algo así. En el caso de este sueño, me encontraba en una reunión con gente que conocía poco. Notaba la sensación de distancia entre las personas que me rodeaban, pero era acogedor. El ambiente se percibía apacible. El lugar era una cabaña ubicada en lo alto de una colina y circundado de árboles. Yo estaba parado en el medio de la sala cuando alguien tocó la puerta, uno de los invitados la abre y aparecen parados John Lennon y Paul McCartney. El primero lucía sus conocidos anteojos redondos y cristales negros. Su rostro mostraba seriedad a diferencia de Paul, que miraba a los alrededores con una gran sonrisa. Los demás los invitaron a pasar. Me quedé desconcertado e incrédulo. Pensé: «No puede ser, son los Beatles. Tengo que tomarme una foto con ellos». Le pedí a una persona que lo hiciera. Le di mi celular y sacó una fotografía malísisma. Lejana y oscura. Aunque me conformé con ello porque tenía vergüenza de pedirles otra foto. Al rato aparece en el dintel de la puerta George Harrison. Entra saludando a todos y me acerco para tomarme una foto con él. Estoy seguro que pensó: «Qué agradable sujeto», jaja. Ocurre un salto temporal y veo a los cuatro, porque llegó Ringo al rato, tomándose fotos con los demás. Salgo de la reunión emocionado por haberlos conocido. A unos metros fuera de la cabaña, volteo y me la quedo viendo pensando en mis fotografías con los Beatles. En eso, recupero la lucidez y me digo: «Un momento. John Lennon y George Harrison están muertos. ¿Cómo es que se encuentran ahí dentro?». En ese instante me despierto confundido y algo decepcionado. No tocaron ni siquiera Let It Be.

¿Quién es un buen poeta?

Se habla mucho sobre qué es arte o quién es o no un verdadero artista. Del escritor bueno y del malo, de la buena y mala poesía. Entonces, ¿qué tan determinante es saberlo? A veces pienso que es un debate infructuoso. No es lo mismo decir que alguien es un mal médico o abogado. El riesgo es perjudicarse porque no obraron con competencia. Peor aún, algunos críticos han sido más radicales y han tildado de estafadores a poetas, ¿cómo es que un poeta te puede estafar? Ahí mi reflexión se detiene. Es sabido que los escritores como Philip Dick y William Blake tenían alterada la percepción de la realidad. De uno generada por su adicción a los alucinógenos y a que creía que sufría esquizofrenia, y las de Blake que padeció de visiones toda su vida. Escritores como ellos plasmaron dichas visiones en sus obras. En el fondo, estaban describiendo aquello que consideraban real. El mundo en el que vivían era extraño y tormentoso. 

Otros escritores sufrían de eso por sus adicciones al alcohol. Malcolm Lowry o Alan Poe son prueba de ello. Solo en sus momentos de lucidez evocaban las sensaciones que esa dimensión etílica les provocaba. Al indagar en la vida de estos creadores, podremos hallar detalles extraordinarios sobre la forma en que veían el mundo. Pero eso tiene un costo. Nuestra existencia posee cierto orden, hemos aprendido por experiencia e instrucción que para todo efecto hay una causa, el ex nihilo nihil fit de Parménides (de la nada, nada proviene) se encuentra instalado como un dogma. Desde ahí conjeturamos una serie de ideas que nos ayudan a llevar la existencia. Sin embargo, ir hacia terrenos inexplorados por la razón puede ocasionar sufrimiento y confusión. 

Por instinto de supervivencia sabemos que dicho viaje no es voluntario. Algo tiene que suceder en la vida o el organismo para pasar esa prohibida frontera. El artista regresa de la travesía con ansias de contarlo, emulando a un Marco Polo que anhela narrar las maravillas que vio. Describiendo como seres mitológicos aquello que su comprensión aún no puede explicar. Pienso que por ahí va la naturaleza del verdadero artista. Son aquellos que te dicen lo que han visto, lo que sienten en realidad y el precio que han pagado por ello. El artista "malo" o el "estafador", finge hacerlo. Ellos jamás han pasado dicha frontera. Las emociones mostradas, el mundo descrito y representado son solo ejercicios de su imaginación. En su mente no hay lucha por comprender lo inefable ni un esfuerzo por mantener la cordura ante lo inconmensurable. Solo repiten el tormento ajeno en un anhelo de viajar a esos países desconocidos que les describen los libros leídos o las obras vistas. 

Por eso Martín Adán es un gran poeta, así como Vallejo o Arguedas. En su sacrificio vemos que nos llevaron a lo más profundo del alma y no pudieron salir de ahí. El escritor "falso" es un sobreviviente, alguien que quiere hacer oficio de aquello que a otros los llevo al dolor y la locura. Es como ser instructor de lucha espartana sin haber enfrentado nunca a un Jerjes en las Termópilas.

Fallida nostalgia

Un amigo me preguntó sobre si extrañaba a otro amigo con el que hace unos buenos años parábamos juntos. En ese momento me vino la nostalgia. Tuve la debilidad de decirle que sí. Aunque en ese momento recordé las razones por las que nos distanciamos. Es ahí donde me percato que la cura para la nostalgia se halla en no romantizar el pasado. Es evidente que las personas que frecuentados en los tiempos idos nos hicieron vivir gratas experiencias, no obstante, también existieron vivencias que ocasionaron que la amistad se interrumpiera. No me refiero a rupturas traumáticas como una traición o estafa. Ante eso no hay nostalgia que la salve. Sino a la amistad que se va diluyendo con el tiempo. Uno deja de tener temas en común, los intereses se distancian y la complicidad se pierde. Cuando uno vuelve a ver a estas personas, no regresas al momento mejor de esa amistad, sino al punto en el que esta se quebró. Ya no ves al amigo del recuerdo, sino al desconocido que esquivas en la calle.

Reflexiones luego de pisar el polvo de la tabla eliminatoria al Mundial de EEUU 2026

Una de las cosas importantes que hizo Gareca con la selección peruana fue convertir los partidos de fútbol en un espectáculo. Tenía todo: incertidumbre, drama, angustia y el éxtasis del gol. Íbamos de abajo hacia arriba. Eso cambió con el tiempo cuando el equipo se volvió predecible, pero en su mejor momento vimos a la selección de esa forma. Ahora, eso trajo a mucha gente a la que el fútbol no le atrae en demasía, sino más bien el espectáculo y el ambiente que se forma alrededor de aquello. De ahí los "himnos de la selección" y también ese mote de "la mejor hinchada". Gente que gastó lo que no tenía (y quizás siguen pagando) para acompañar al equipo a Rusia, Qatar y sus abonos para los partidos de eliminatorias. Lo que buscaron fue la emoción de ver a una selección de fútbol ganar o en todo caso, intentar hacerlo. 

 Al que le gusta este deporte no es tan fácil convencerlo. Al ir al estadio quiere aquello descrito con anterioridad, pero también le entusiasma la táctica. Eso que se ve antes que termine el partido. Cuando te gusta el fútbol, sabes que en los primeros quince minutos se define casi el 85 por ciento de cómo se desarrollará todo el encuentro. Y a menos que no tengas otra cosa que hacer con 500 soles aproximadamente, es difícil que pague por ver a una selección que no juega a nada. Pero, ¿quién sí lo haría? Al que le sobra el dinero y no sabe de fútbol. Esto lo hace con la esperanza de revivir lo pasado, lo que aún ignora es que a estas alturas estamos muy lejos de eso. El espíritu de la otrora "mejor hinchada" no es futbolera, sino festiva. Va al estadio como si fuera a ver a su grupo musical favorito. Por eso muchos no tuvieron vergüenza al alentar a la estrella del equipo rival. No fueron a ver fútbol, sino a ver al mejor jugador del mundo de cerca. 

Siento curiosidad por ver a la gente que paga tanto dinero por ver a una selección casi muerta anímicamente. Si el estadio luce lleno el martes ante Venezuela, es solo un crédito, un "cachito" de buen recuerdo que dejó el anterior Dt. y su equipo mundialista. De no haber cambios, esta fiel hinchada poco a poco comenzará a darse cuenta que lo vivido hace años no se repetirá, y se irá con su dinero a otra parte. 

No todos son tan románticos como Bukowski. Él contó que una vez se hospedó en un motel decadente y cuando apenas llegó, se fue a una cantina cercana. Ese día hubo peleas, gritos, cuchillos y todo el desmadre que le emocionaba. Él pensó que ese era el mejor lugar del mundo. Confesó que retornó una y otra vez durante dos años, aunque nunca más volvió a sentir esa adrenalina. Y que solo lo vivido esa primera vez fue una casualidad. Quién sabe si la época de triunfos de la selección peruana, que ha hecho llenar estadios en cada partido con las entradas más caras de Sudamérica, hayan sido también un afortunado regalo de la suerte.

lunes, 13 de noviembre de 2023

En una revisión desganada de mi biblioteca, encuentro un viejo libro de 1915 de Eugenio D´ors llamado Aprendizaje y Heroísmo...

En una revisión desganada de mi biblioteca, encuentro un viejo libro de 1915 de Eugenio D´ors llamado Aprendizaje y Heroísmo, que trata sobre una lectura realizada por este autor en una residencia de estudiantes. Él destaca el deber de hacer noble cualquier oficio que uno realice y califica de inmoral a quien vive en la amargura y el desprecio por el trabajo que hace. El trabajo hecho y el aprendizaje para realizarlo será extraordinario siempre y cuando el espíritu esté volcado en estos. Cuenta el caso de un periodista que en sus comienzos fue destacado a "una labor tenida hasta entonces de gran bajeza". Él estaba encargado de la sección que consistía en "redactar notas cortas, de las que sirven para divertir al lector del negocio, reposándole de las cuestiones serias y de las preocupaciones del día... de cositas ligeras y grotescas", llamados "Sección Amena", "Curiosidades", "De aquí y de allá". Sin embargo, este escritor se lo tomó en serio y "procuró llevar al oficio espíritu y amor. No le tuvo por vil, sino por redimible, si voluntad y paciencia a ello se ponía. No se avergonzó, más aspiró al elogio por camino de aquél". Así, a esta labor tan "baja" le cambió "el linaje", dándole lo que los artistas llaman "el estilo propio". Más aún, D´ors dice que para los que no conocen este oscuro origen, lo creen un género nuevo. Cuando terminé de leer el pequeño libro, pensé inmediatamente en Jim Henson, el creador de los muppets. Un joven que quería trabajar en la tv en lo que sea y al ver un anuncio donde decía que necesitaban titiriteros, se fue a aprender a hacerlos y manejarlos. El resultado todos lo conocemos. Creó algo extraordinario de un oficio que muchos lo habrían despreciado en el pasado. La grandeza no está en el oficio que hacemos sino en cómo lo hacemos. Quién sabe que de ponerle todo el empeño estaremos creando una nueva forma de ver el mundo. Eugenio D´ors termina su discurso así: "Todo pasa. Pasan pompas y vanidades. Pasa la nombradía como la obscuridad. Nada quedará a fin de cuentas, de lo que hoy es la dulzura o el dolor de tus horas, su fatiga o satisfacción. Una sola cosa, Aprendiz, Estudiante, hijo mío, una sola cosa te será contada, y esa es tu Obra Bien Hecha".

sábado, 11 de noviembre de 2023

Todo país tiene grandes cosas por las que sentirse orgulloso...

Todo país tiene grandes cosas por las que sentirse orgulloso. Por años hemos visto a otras naciones ser ejemplo de desarrollo político, social, cultural y tecnológico. No importa luego que pasen por crisis, la imagen que proyectan siempre es la de una sociedad desarrollada o que van en camino a serlo. Pero para lograr eso es necesario enfocar las luces sobre la gente de valor que hay en cada nación. Si ignoramos a ellos por darle interés a la argolla, a la mediocridad, la joda, el mal y la farándula. Eso es lo que seremos para el resto. Peor aún, los mismos peruanos comenzaremos a creer que somos una broma y que si alguien se ríe de nosotros, no dejaremos de darle razón. Sería recomendable hablar de lo bueno que se hace en este país e ignorar lo mediocre. Y sobre todo reconocer que si tenemos un interés en el morbo, es porque quizás de esta manera intentamos justificar nuestras propias derrotas. Nos queremos convencer que vivimos en un país o mundo de mierda donde no vale la pena esforzarse.

jueves, 9 de noviembre de 2023

Es curiosa la forma en que funciona la mente humana al momento de tomar una decisión...

Es curiosa la forma en que funciona la mente humana al momento de tomar una decisión. Cada persona sabe lo que sucede dentro de uno. Particularmente le doy demasiadas vueltas para realizar una acción, aunque con el tiempo he logrado penetrar en mi psiquis para lograr visualizar cómo llegan a concretarse las cosas. Sé que existe como una mesa de partes. Es decir, donde se dejan las ideas propuestas. Casi todas pasan sin filtro al departamento de factibilidad donde vemos si aquello imaginado puede ser real. Aquí hay una disputa entre dos gerentes, el que exige demasiados requisitos y el que simplemente pide lo necesario (normalmente requiere que tenga las ganas de concretarlo por un periodo de tiempo mínimo). A veces uno debe escoger a quién hacerle caso. 

El siguiente nivel se encuentra en el reconocimiento de campo. Aquí se evalúa si los factores externos podrán entrar en sintonía con los deseos de uno. Cuando los indicios son claros y que al menos no habrá mayor oposición de la realidad, entonces se pasa a lo financiero. Es decir, si aquello que se haría va a requerir de dinero. Es importante este detalle porque de no cumplir con este paso, todo volvería a cero para ser replanteada la idea. Una vez que ya está planificado, se procede a iniciar el primer paso. De ahí, ya uno lo deja al destino. No obstante, a veces la burocracia mental queda descartada cuando nos domina el capricho. Ahí la mente se transforma en una dictadura. 

Nos gobierna un tirano que es capaz de autoboicotearte solo con el interés de hacer lo que a uno le da la gana. Muy pocas veces alguna idea dirigida por aquél sátrapa de los deseos logra su propósito. Eso hace que a la siguiente vez que este quiera dominarnos, sea derrocado para volver a la cordura. Pero como en la vida política, siempre vuelve cuando nos desencantamos de nuestra forma planificada de hacer las cosas. Regresa el fantasma del "ser espontáneos" y abrimos la puerta a la tiranía del deseo. Todo este preámbulo es motivado por la interrogante de no saber cómo caraxo funciona la cabeza del alcalde para colocarle arena a una piscina e inaugurarla cuando ya no hay sol.

martes, 7 de noviembre de 2023

Las veces que uso el bus de corredor vial, casi siempre me cruzo con estudiantes veinteañeros que van a la Universidad San Martín...

Las veces que uso el bus de corredor vial, casi siempre me cruzo con estudiantes veinteañeros que van a la Universidad San Martín. Cerca de mi casa están la facultad de Derecho y de Medicina, así que en el ir y venir, me rodean de forma apabullante. La energía que uno tiene a esa edad, sus miradas que reflejan una mixtura entre inocencia e imbecilidad y la despreocupación por aquello que no sea parte de su existencia inmediata, hace que uno transite entre ellos como si pasara a través de un jardín lleno de rosas: con miedo a no deshojarlas pero también a no ser hincado si uno se acerca demasiado. Dentro de esa experiencia, en la primera parte del año me ha pasado algo curioso. He visto en algunos de ellos a personas que he conocido en el pasado. No exagero si afirmo que habrán sido seis personas que han sido sorprendentemente idénticas a otras que conocí a mis veinte. Los vi y pensé: "Así eras cuando te conocí". Intentaba no ser demasiado fisgón para que no notaran mi mirada, pero una sensación extraña me invadía todo el cuerpo. Como si se activara mi yo de veinte años y volviera al momento cuando los frecuentaba. Las preocupaciones, angustias y expectativas regresaron de forma tímida a mis pensamientos. Regresé a los noventas por escasos segundos. Luego de eso, también hice el ejercicio de ver entre todas esas caritas endemoniadas y tiernas a la vez, a alguien que me haga recordar a mi de esa edad, solo con la intención de imaginarme que me acerco a él y le digo que todo estará bien.

domingo, 5 de noviembre de 2023

En un inesperado paseo por una feria del libro itinerante, me encontré con este interesante libro llamado...

En un inesperado paseo por una feria del libro itinerante, me encontré con este interesante libro llamado :"Escritores peruanos, qué piensan, qué dicen" de Wolfgang Luchting. Son entrevistas que este escritor hizo a diferentes referentes de la literatura peruana de ese entonces, pues el libro es de 1977. Es bastante importante la recopilación de ideas que los literatos tenían de su sociedad y obra. Más aún cuando muchos escritores de hoy no tienen una idea propia y sus entrevistas son más la demostración de una gran perogrullada egotista. Sería interminable rescatar todas aquellas relevantes ideas que están desarrolladas en este libro. Solo transcribo un par de uno de mis escritores favoritos como lo es Julio Ramón Ribeyro. 

"WAL: Se ha dicho que Ud, es uno de los pocos escritores peruanos que se siente bien en su pertenencia a la clase burguesa. Vargas Llosa lo ataca siempre; Arguedas estaba obsesionado con los indígenas. Ud., a lo peor, sólo la ironiza. ¿Qué opina? 

JRR: La afirmación de que me siento bien de pertenecer a la burguesía me hace reír. Si fuera cierto no me hubiera movido de Lima, hubiera buscado alianzas con familiares o amigos pudientes y sería ahora un abogado ricachón, más o menos deshonesto y probablemente respetable. Lo que sucede es que, ironizando o censurando los defectos de la burguesía (grande, pequeña o mediana), reconozco sus cualidades y comprendo, si no comparto, sus dramas y sus frustraciones. Aprecio sobre todo su inteligencia, su espíritu inventivo. Es la burguesía en todo el mundo, la que ha dado a la mayoría de los escritores, inventores, profesores, artistas e incluso revolucionarios. Marx y Lenin pertenecían a la burguesía como Fidel Castro y Che Guevara, como Mariátegui y Vallejo entre nosotros. Aprecio también -en la alta burguesía tradicional- y aunque esto puede parecer escandaloso, su educación y buenos modales. Yo soy extremadamente sensible a esto último, porque detesto la vulgaridad. Los modales son el fruto de largos y pacientes ensayos y búsquedas que se han efectuado a través de generaciones y que se han convertido en una adquisición de orden espiritual. Ello no debe perderse y no encuentro nada más reprehensible que la conducta de aquellos revolucionarios que se desembarazan de la buena educación incluso inculcan a sus hijos la vulgaridad porque creen que ellos es estar a tono con sus ideas. Un verdadero revolucionario debe expropiar no sólo los bienes materiales "des possedants" sino también sus bienes espirituales, entre ellos la buena educación. Al respecto , recuerdo que una vez fui visitado por un grupo de estudiantes que venían de un poderoso país... Ideológicamente nuestras posiciones convergían, pero pronto me di cuenta que lo que nos separaba irremediablemente era la educación. Los estudiantes comieron con grosería, bebieron sin medida, escupieron en el suelo, apagaron los cigarrillos en la alfombra. Uno de ellos, sin respetar el principio de la hospitalidad, me acusó de haber logrado publicar mis libros sólo gracias a "recomendaciones familiares" y trató de manosear a mi mujer diciéndole cada vez que yo me daba la vuelta: "Oye ricotona, siéntate aquí". No tuve más remedio que echarlos. Estoy convencido que gente de esta ralea no podrá nunca fundar una sociedad justa, por justas que sean sus ideas, pues la vulgaridad es el signo de una tara espiritual de la cual solo puede surgir la intolerancia y la opresión. 

WAL: Mario Vargas Llosa gusta mucho hablar de sus "demonios", o sea: de aquellos factores psicológicos que lo impulsan a crear un mundo ficticio que compensa por las heridas que dice haber recibido en su vida. Si bien yo dudo que los mundos creados en las novelas de Vargas Losa sean los en que él quisiera vivir - parecen más bien una venganza contra el mundo en que vivió a la edad en que se le incubaron "los demonios"- es probable (y hasta clásico) que las obsesiones de un escritor sean responsables por los mundos que crea en sus obras. ¿Cuáles son los "demonios" de Ud.? (Y me doy cuenta de que Ud. probablemente no los ve como los vería otra persona). 

JRR: Que yo sepa, no dispongo de ningún demonio personal. No conozco otros demonios que los que he visto dibujados en las cerámicas y telas precolombinas y en algunos cuadros renacentistas. Y digamos que son demonios extremadamente inocuos. El tener demonios en su vida debe ser el privilegio de los espíritus superiores. Parece que Jesucristo tuvo uno particularmente tenaz, del que se deshizo en el monte Sinaí. Shakespeare también tuvo sus demonios y Strindberg y Dostoievski. Personalmente no puedo hablar de demonios ni de obsesiones en el sentido cabal del término, sino mas bien de ciertas ideas o recuerdos recurrentes que se vienen a mí. impregnados de sensaciones, de sentimientos más o menos duraderos. Para poner un ejemplo: la muerte de mi padre, que ocurrió cuando yo tenía quince años y que ha dejado en mí un sentimiento intermitente de orfandad, de desamparo. El padre es un punto de referencia, frente al cual uno se define por negación o por afirmación y cuando este punto desaparece uno está condenado a ir siempre un poco a la deriva. Otra de estas ideas recurrentes y que informa casi todo lo que he escrito es la idea de frustración, de fracaso. Casi todos mis cuentos, como Ud, podrá observar, son el relato de una decepción, de un combate perdido, muchas veces antes de haber sido entablado. ¿Por qué? Quizás porque considero que, en bloque, la humanidad es un fracaso, algo que resultó mal. Supongo que en una época determinada de su evolución, hace cinco mil o veinte mil años, la humanidad se equivocó de vía, como un tren que, por un error del guardaagujas, toma un rumbo que no le convenía. Y este fracaso general se refleja en las frustraciones individuales, que es la lotería de la mayoría de humanos. Que una ínfima parte de la humanidad triunfe, no cambia nada el asunto. Además habría que preguntarse si también los triunfadores no disimulan una serie de fracasos a otro nivel de su personalidad y su éxito no sea otra cosa que el precio de su desesperación. Volviendo al tema de la orfandad, me parece advertir que es un sentimiento que se puede hacer extensivo a la mayoría de los escritores peruanos. La ausencia de maestros o de modelos parece agudizar en ellos y, por reflexión en sus personajes una especie de convicción de abandono de la inseguridad. Y una especie de nostalgia del padre, lo que quizás explique la casi deificación de Vallejo, en quien muchos vislumbran y encuentran a su verdadero primogenitor".

viernes, 3 de noviembre de 2023

La atención al cliente es una posición muy particular para quien la ocupa...

La atención al cliente es una posición muy particular para quien la ocupa. Normalmente, a quien trabaja en ella se le da una serie de disposiciones que tiene que cumplir. Entre estas se encuentra informarle los derechos y beneficios del cliente. De tal forma que es un pequeño dios cuando estamos en sus manos. Puede escoger qué decirnos y qué no. Hace unos días llamé a un banco para cancelar una tarjeta de crédito. Era la que usaba con regularidad, pero como cambié de banco decidí prescindir de ella. Por dicho uso acumulé puntos que nunca canjeé y también tenía un saldo en dólares por pagos extras que me quedaron debiendo. Llamé en tres oportunidades antes de cancelarla del todo. En la última llamada logré mi cometido. 

Sin embargo, antes de hacerlo, la operadora me informa que si cancelo la tarjeta, el saldo y los puntos acumulados los perdería, pero el saldo lo podría recoger en una agencia o donarlo a una organización de ayuda a personas con alguna discapacidad. Lo pensé un momento y me acordé que estas donaciones se hacen a nombre del banco y no a nombre mío lo que les permite hacer deducciones de impuestos. Sin embargo, al final dije que lo donara porque más tiempo y dinero iba a perder en recogerlo. Me hace esperar para ejecutar la operación. Luego de unos minutos, ella me dice que podemos hacer otra cosa con mi saldo y es deducirlo de la última deuda que contraje con mi tarjeta de crédito. Es decir, el último pago que tengo aun pendiente. Asombrado le digo que está bien. 

Al final, es eso lo que se hizo. Durante todas las llamadas que hice para informarme de la cancelación de mi tarjeta, nadie me dijo que eso se podía hacer. Lo que me lleva a pensar que quizás la operadora que me atendió en la última llamada me estaba haciendo un tipo de prueba moral que le ayudaría a decidir si esa valiosa información me la daría o no. Al decirle que deseaba donar mi dinero, pasé su evaluación. Y así como en la obra de Brecht: El Círculo de Tiza Caucasiano, decidió que yo debía tener esa mínima ventaja financiera como premio a mi desprendimiento. Quién sabe si cada día de nuestras vidas estamos sometidos a los jueces que detentan el poco poder que tienen y que al final de cuentas definen el resultado de nuestros días.

miércoles, 1 de noviembre de 2023

Al revisar los libros de la biblioteca, me percato que hay varios que no los he abierto por muchos años...

Al revisar los libros de la biblioteca, me percato que hay varios que no los he abierto por muchos años. Entre sus páginas encuentro el testimonio de hechos o rutinas que ya había olvidado. Más aún teniendo la costumbre de recibir volantes o cualquier papel que reparten por la calle y en un ataque de delirio por la conciencia histórica, asumo que lo dicho en tal papel será considerado importante por alguna razón en el futuro. Es así que hallo una fotografía de mi querido Alianza Lima, una que creía haberla soñado. Hace veinte años, en los bares del centro de Lima, se paseaban fotógrafos ofreciendo sus servicios para inmortalizar tu jarana. De no acceder, te ofrecían fotos de futbolistas de diferentes equipos peruanos y si aún así no le hacías caso, te hablaba más bajo para ofrecerte las imágenes de las vedettes desnudas del momento (al parecer, muchas se ganaban la vida de esa forma). Los rechacé muchas veces, casi incontables porque cada vez que iba al Queirolo o lugares afines y cercanos, siempre estaban ahí presentes. Nunca accedí a que me tomara una foto con los amigos de turno, no lo veía relevante, pero una vez, a uno de ellos le pedí que me enseñara su folder con las imágenes futbolísticas. Asumo que estaba ya muy ebrio para retener ese recuerdo con claridad, pero al observar la imagen, tenía su significado para escogerla. Esta es la alineación de Alianza Lima en el último clásico jugado antes de que varios de ellos murieran en el accidente del Fokker. Te la vendían con ese marco de cartón y se puede apreciar un Estadio Nacional lleno con las banderolas de Universitario en las tribunas. Estaba dentro de un viejo libro del dramaturgo Jean Anouilh y al lado de unas anotaciones de un también viejo proyecto de afiche para nuestra novísima revista de ideas de inicios de siglo. 

Quizás ese día compré dicho libro (no habría razón para llevarlo a una tarde de copas) y no se me ocurrió mejor lugar para protegerlo ante semejante bacanal en el que siempre se terminaba. Y es por eso que lo olvidé. 

Aproximadamente casi quince años después, tal vez en el 2015, echado en mi cama, abrí los ojos y me vino el recuerdo de la fotografía comprada. Ya sin la menor idea de dónde buscarla, asumí que lo soñé hasta solo hace unos días que la he vuelto a ver. De alguna forma, este encuentro me hizo recordar esa época pasada en los bares limeños, en el que el tiempo se llevó a esos fotógrafos nómades, a los músicos que te cantaban boleros o valses criollos por unas monedas y a la inmortalidad juvenil.

Es necesario, en cualquier circunstancia, que los conflictos no lleguen a niveles dramáticos...

Es necesario, en cualquier circunstancia, que los conflictos no lleguen a niveles dramáticos. Hace unas semanas, vi un documental sobre la i...