jueves, 23 de abril de 2020

Un año más post Operación Chavín de Huantar.

Acaba de conmemorarse un año más de la exitosa Operación Chavín de Huantar, en la que se rescataron a las personas retenidas por más de cuatro meses en la casa del embajador de Japón. Tal suceso es considerado como un logro del presidente Alberto Fujimori en su lucha contra el terrorismo y hasta ahora es usado por sus partidarios para justificar su actuar, sobre todo en la violación de los Derechos Humanos.

Existe controversia por la ejecución de todos los miembros del MRTA y por la imagen del presidente paseándose sobre sus cadáveres. Y me pregunto: ¿qué de malo hay en matar a rebeldes asesinos? Supongo que la mayoría de peruanos en su momento no le vio nada de extraño ya que allá por 1997 la aprobación presidencial luego de dicha operación fue del 70%. Entonces ¿qué quedará de ese evento ante la historia? Esta tiende a simplificar las cosas y solo queda lo que el ciudadano ve relevante, y como decía Napoleón: "esta es solo una fábula aceptada por muchos", así esta se considerará como un éxito militar inobjetable. No obstante, aún me incomoda lo sucedido ese día. No porque esté en desacuerdo con la operación sino con las consecuencias de dicho mensaje dado por la máxima autoridad gubernamental. De pisotear al vencido y mostrarle a los que puedan justificar el accionar del MRTA que así terminarán si deciden optar por las armas para buscar justicia social.

Si bien el tema de la reconciliación nacional está en pausa y por cuestiones políticas no se ha retomado el asunto como se debería, es preciso recordar que los males que causaron el levantamiento de grupos armados se debe al resentimiento social que se ha mantenido a través del tiempo y por solucionarlo no se ha hecho casi nada. No sabemos si por incapacidad de los gobiernos o por estrategia política. Es decir, la disconformidad por la realidad del país es latente. Y mientras esta no se solucione y el Estado nos amedrente con más violencia los reclamos sociales y el resentimiento crecerá. Es sintomática la declaración al New York Times de aquella persona que visitaba la tumba de Néstor Cerpa Cartolini: "Él luchó por nosotros, para los pobres. Mire cómo vivimos. Mire cómo morimos".

Si se desea reconciliar al país, la imagen del expresidente vanagloriándose de aquella masacre no es estratégica porque el mal que fue la génesis de la barbarie terrorista no ha desaparecido. La actual delincuencia más es consecuencia de aquella exclusión social que hechos aislados ocasionados por gente malvada. Esta es producto de los cambios económicos que el país ha vivido, el delincuente sabe que el país ya no está empobrecido y que riquezas hay en cada kiosko de la esquina, no ve la pobreza como un mal social sino solo personal. El discurso revolucionario en estos tiempos no convence porque se ha vendido la idea que basta la oportunidad de un gran negocio para que el mercado te dé aquello que aún no tienes. Que cada uno debe bailar con su pañuelo para poder salir de la pobreza. Pero hasta cuando, lo que crece llega a estancarse y luego se paraliza para después caer, y cuando vuelvan las épocas críticas ¿qué haremos con aquellos que no lograron insertarse al sistema del que ahora nos sentimos orgullosos? ¿Cómo verán la imagen de un expresidente paseándose sobre los cadáveres de los que "lucharon por los pobres"? No faltará mucho para que Néstor Cerpa Cartolini sea un mártir en la lucha social porque la historia borrará lo que desee o necesite borrar.

jueves, 9 de abril de 2020

Lo fuerte y lo débil

Acabo de escuchar algunas ideas en un programa de conversación medio facho sobre Filosofía. En este hablaban sobre Nietzsche y su crítica al Cristianismo por haber reblandecido el espíritu heróico del hombre. Ellos lo mencionaban citando su idea de que la compasión se halla en las bases de la moral judeo cristiana, y que el aristócrata iba en contra de la compasión donde la veía como una forma de esclavizar al fuerte por parte del débil, citando que puede ser injusto que un fuerte abuse de un débil, pero mucho más injusto de un débil gobierne a un fuerte. Aclarando que Nietzsche quizás tuvo un error conceptual al observar una visión deteriorada del cristianismo, uno burgués protestante de la Alemania de su época, una que habilitó la usura, distinto del cristianismo tradicional católico.

Más allá de eso, es importante la aclaración al final de esa idea en donde destacan el uso de la palabra y sus significados. ¿Qué es ser fuerte y qué es ser débil? Ahí se plantea un punto valioso para darle un poderoso significado a dicha expresión. Si vemos la civilización similar a un organismo, como lo veía Spengler, podemos inferir que es cambiante, que mientras unos decaen, otros surgen. Es decir, ser tanto débil como fuerte no es un concepto estático, sino móvil. Las sociedades de mantener ese espíritu heroico, el ethos guerrero, siempre intentarán mantener dicho orden. El concepto de que un débil nunca debe mantener a un fuerte es similar a la idea de una represa resquebrajada que intente retener millones de toneladas métricas de agua. El débil para mandar debe dejar de serlo según sus principios y valores.
El entorno político puede ser guiado por esos mismos conceptos. Un gobierno débil no puede dirigir a una ciudadanía fuerte. He ahí una gran injusticia. Sin embargo, si la ciudadanía es mucho más endeble que un gobierno débil, estamos en las mismas que esa frase sobre los reyes, los tuertos y los ciegos.

Es necesario, en cualquier circunstancia, que los conflictos no lleguen a niveles dramáticos...

Es necesario, en cualquier circunstancia, que los conflictos no lleguen a niveles dramáticos. Hace unas semanas, vi un documental sobre la i...