Es innegable que para muchos el fútbol representa un nacionalismo reprimido y reprochable, es por eso que cuando se le da tribuna a lo que dice un futbolista sobre otra selección rival y se le toma en serio como si ellos representaran la idiosincrasia de toda una nación, se generan resentimientos y odios. Un sentir insensato porque hay que recordar que los futbolistas han tenido que dejar los libros para desarrollar sus habilidades deportivas a nivel profesional. Es decir, su opinión es tan profunda como una canción de Arjona. Los medios son irresponsables por ponerle micrófono a gente con poca educación, pero el deporte está al nivel de la farándula así que poco se puede hacer al respecto.
Un profesor comentó en una clase que cuando estuvo en Japón, otro maestro de ese país le habló sobre Sudamérica y los problemas que tenemos con nuestros vecinos. Le intrigaba el hecho de que si la mayoría de gente profesa la religión católica, hablan el mismo idioma y provienen de una cultura pre hispánica similar, ¿por qué estamos separados?
Los odios entre países comienzan por los problemas más tontos, y no es que lo seamos, sino que el resentimiento es tan grande que estamos buscando el más mínimo pretexto para desencadenar esa ira.
Un detalle que no debemos olvidar y en eso los medios de comunicación deben ser más conscientes es que la rivalidad con Chile no es un asunto de farándula, es un tema que genera problemas de todo tipo. Por ejemplo, durante muchos años el desminado de la frontera ha sido detenido por algún impase, cada cosa que se decía a nivel político entre nuestros países, detenía el desminado. Así el tiempo pasó y el riesgo se mantuvo. Pensemos que si un político (de esos que ya sabemos) le preguntan sobre un partido de fútbol y hace un comentario desatinado, puede traer consecuencias negativas de las que estaremos hablando días y días.
Así que como dice ese dicho algo ofensivo "tomemos las cosas de quien viene". Eso nos ahorrará malos ratos.
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