Luego de tantos años de criticar el fujimorismo, uno se ha ganado cientos de adjetivos. A mediados de los noventas los calificativos eran más duros. Recuerdo el de "terrorista" por hacer un comentario por la desaparición de los sindicatos. Después decían que uno era comunista, socialista, de izquierda, rojo hasta caviar ya en esta última década. Y lo peor es haber sido formado en una universidad con una facultad de Derecho repleto de fujimoristas. Aunque exactamente era gente de derecha que defendían lo que representaba la dictadura con tal de no perder los beneficios de un sistema que hace que unos pocos se llenen los bolsillos.
Lo que nunca entendieron y siguen sin entender es que criticar al fujimorismo todos estos casi 25 años no ha sido para criticar al sistema del que estos delincuentes se han aferrado para que la clase dirigente los mantenga en el poder, sino es por la torpeza de su raciocinio. El fujimorismo ha atentado contra todo principio jurídico, ha interpretado aberrantemente la realidad nacional, y ni qué hablar de su escala subterránea de valores. Han sido la imbecilidad andante y que ha luchado para que el caos generado por su falta de sensatez, se institucionalice. Solo así puede ser justificado su cinismo que está bien representado en esas sonrisas cachacientas mostradas por Fujimori, Montesinos y ahora su hija Keiko cuando estuvieron delante de la justicia. No hay temor a la razón, al buen criterio porque saben que han terminado aturdiendo al ciudadano que cuestiona hasta las buenas y claras razones.
El oponerse al fujimorismo no es oponerse al sistema económico que representa y que hasta ahora lo había protegido, sino es luchar contra la imbecilidad, contra aquellos que no tienen respeto por el conocimiento y las ideas. Si los dirigentes de un país no son capaces de razonar, el caos aumentará. Para demostrar eso es pertinente que nos preguntemos por las razones que han hecho que los de FP estén siendo seriamente investigados. Y una respuesta es que sus ansias por tomar el poder los ha hecho descuidar las políticas económicas que hace que la clase dirigente o la derecha siga obteniendo las ganancias de siempre. Esta misma clase se pregunta: ¿para qué los estamos protegiendo? El fujimorismo en su imbecilidad cree que los privilegios que gozan es por el hecho de ser fujimorista (cosa que para ellos es difícil definir) Y ahora les cuesta saber que siempre estuvieron equivocados. La derecha ahora sólo los ve como una sarta de delincuentes de baja estofa. Se bajaron a un gran representante de su clase como lo fue PPK. Esa fue señal suficiente de que serían capaces los fujimoristas de casarse con cualquier postura ideológica con tal de subsistir. Miren lo que pasó con el Apra y Alan estatizando la banca y luego siendo fiel defensor del sistema liberal.
En realidad lo que está pasando con Fuerza Popular no es una verdadera justicia. Simplemente somos testigos de un relevo de poder. La derecha está apuntando su dedo hacia otro lado como una manecilla del reloj que ya sabe que debe cambiar la hora.
Es por eso que la postura que uno mantiene no es ideológica sino que está determinada por la búsqueda del buen criterio. Anhelar que el país esté manejado por personas pensantes, sea de la ideología que sea. Obviamente con el fujimorismo ya es imposible.
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