viernes, 17 de diciembre de 2010

Ideas expuestas por Vandana Shiva en "Abrazar la Vida:mujer, ecología y desarrollo"




Vandana Shiva es una intelectual india, defensora del ecofeminismo que critica por ejemplo, la idea de que en el orden simbólico patriarcal se pueden hallar la dominación del varón hacia la mujer, así como la de la naturaleza, a la vez propone “que el movimiento feminista y el movimiento ecologista tengan objetivos comunes”.

El presente texto es una síntesis de su conocido ensayo llamado “Abrazar la vida: mujer, ecología y desarrollo” escrito en  1995.

Dicho libro trata de una manera crítica el tema del progreso y el desarrollo impuesto por la sociedad, donde el conocimiento científico moderno y el desarrollo económico marcaron a la ideología  imperante. Las ideas basadas en estos supuestos han ocasionado el sacrificio de vivir y celebrar la vida en toda su diversidad, dándole un carácter sagrado a la ciencia y el desarrollo.

Tal posición, producto del patriarcado occidental, provoca la destrucción de la naturaleza, depredando los recursos naturales necesarios para una vida armónica. Esta destrucción es el reflejo del actual paradigma del desarrollo del que es necesario salir y replantearlo. El patriarcado del que nos habla la autora es el que ha hecho de la  ciencia y el desarrollo moderno un modelo a seguir, basado en la destrucción y aniquilamiento de la naturaleza  y de todo el género humano. Desde los siglos XV y XVII, la revolución científica marcó la posición de tomar a la naturaleza como fuente de materias primas, transformando la economía de prudente administración de los recursos para el sustento y satisfacción de las necesidades básicas, en un proceso de producción de bienes para hacer el máximo de ganancias.

Es así que producto de esta violencia se instauró una nueva relación en la que el hombre era asociado con el dominio y la superioridad, excluyendo a la mujer de este nuevo proceso científico.

La mujer ante esta situación, se ha alzado contra estas formas patriarcales de desarrollo, analizando las raíces históricas y conceptuales del desarrollo como un proyecto de ideología de género, observando los postulados económicos del patriarcado occidental y el mito, y la universalidad de la ciencia moderna.

I. Desarrollo, ecología y la mujer

El desarrollo como un nuevo proyecto del patriarcado occidental.-

Se planteó cómo es que esta idea de “desarrollo” iba a llegar a todos, dándoles bienestar y comodidad. Los conceptos de desarrollo económico y la utilización de recursos naturales fueron elevados a la categoría de postulados y de aplicación universal. La expansión de la Europa occidental fue la que impulsó la necesidad de generar excedentes y ganancias trayendo con esto la creación de pobreza y el desposeimiento de recursos.

La labor expansiva colonialista fue continuada con el concepto de desarrollo, sosteniéndose en la explotación y la degradación de la naturaleza y la mujer, sometiendo por ende a las culturas oprimidas, los campesinos y los pueblos tribales.

La situación de la mujer se manifiesta en que ellas se empobrecieron durante el régimen colonial, la privatización de la tierra con el objetivo de generar ingresos las desplazó dejándolas con pocos recursos para alimentar a los niños, ancianos y enfermos. La falta de recursos empeoró su situación debido a la carga de trabajo, mermando su salud, nutrición y educación. A la mujer se le privó de la posibilidad de producir sus tierras quitándoles la administración y el control de ellas.

Los supuestos patriarcales de que la naturaleza es improductiva si es que no es  procesada por las técnicas han generado un mal desarrollo, dejando de lado el principio femenino, principio de conservación y el principio ecológico. Estos supuestos se sostienen considerando no productivo o improductivo a todo trabajo que no dé ganancias y no genere capital.

El mal desarrollo es la muerte del principio femenino.-

En las condiciones de subsistencia, la relación masculino–femenino, la interdependencia y complementación de los ámbitos de trabajo estaban basados en la diversidad. El mal desarrollo genera desigualdad en la que la cultura del hombre tecnológico es la dominante, así violando la integridad de los sistemas orgánicos interconectados e interdependientes. La autora llama a esta posición de “reduccionista” porque rompe la unidad cooperativa de lo masculino y femenino, despojando al hombre del principio femenino y poniéndolo por encima de la mujer y la naturaleza.

Dos tipos de crecimiento, dos tipos de productividad.-

El mal desarrollo es llamado comúnmente Producto Nacional Bruto, porque este mide el progreso en función al lote y los bienes y servicios producidos en la economía del dinero. Por lo que la producción de mercancías constituye la principal actividad económica, destruyendo el potencial de la naturaleza y la mujer de producir vida y bienes y servicios para cubrir las necesidades básicas. La mujer es desvalorizada en este proceso porque su trabajo coopera con procesos naturales y porque lo que produce es para satisfacer el sustento necesario.

La “productividad” y crecimiento, consideradas como ideas positivas y desarrolladas generan el elevado consumo de recursos y energía producto del uso de las tecnologías modernas. Al abusarse de esta explotación por parte de las industrias,  los recursos se agotan, no dejando tiempo a que estos se regeneren. El desinterés  por ocuparse de los procesos naturales, al no ser económicos y tangibles, es porque se tornan invisibles ante los ojos capitalistas. La transformación ocurre cuando los recursos son canalizados a la economía de  mercado alejando la posibilidad de estabilidad económica y generando nuevos tipos de pobreza.

Dos tipos de pobreza.-

Aquí la idea de pobreza debe ser separada de la concepción cultural que se tiene, que es la de pobreza de subsistencia de la experiencia material, originado por el desposeimiento y la privación. La pobreza que se percibe actualmente no es necesariamente tal, la economía de los que satisfacen sus necesidades básicas con el autoabastecimiento no son necesariamente  pobres. Sin embargo, la ideología del desarrollo las cataloga así porque no están integradas a la economía de mercado, por ejemplo; se considera pobres a las mujeres si viven en casas construidas por ellas con materiales naturales como el bambú y el barro en vez de vivir en casas de cemento. Es por esta razón que el sistema del mal desarrollo destruye los estilos de vidas sanas y sustentables, y crea la verdadera pobreza material, o miseria, al desatender las necesidades de subsistencia.

La economía basada en la acumulación de riquezas proviene de la colonia en la que la mano de  obra era lo más importante a costa de la extinción de los recursos naturales. Se buscaba la más barata y abundante fuerza de trabajo para producir cada vez más; en cambio, las economías tradicionales sólo usaban los recursos para satisfacer necesidades inmediatas. La diferencia sustancial entre una y otra economía es que la primera satisface las necesidades mediante una cadena larga en que los procesos tecnológicos están involucrados, dejando a los que no posee recursos fuera de ella y que la economía industrial es la que posibilita la satisfacción de necesidades no vitales, todo lo contrario sucede con las economías tradicionales en que las satisfacción es inmediata y justa.

La pobreza de estos pueblos tradicionales es producto de la desigualdad de la actividad económica distribuyendo los privilegios de manera desigual y elevando el consumo de materias primas que a la vez son subvencionadas para las grandes industrias, desfavoreciendo a los que viven de esas materias primas. Los costos de producción de recursos se dividen en distintos grupos económicos pero los que lo soportan principalmente son las mujeres quienes satisfacen sus necesidades básicas directamente de la naturaleza, debido a que carecen de la posibilidad de adquirir los recursos que proporciona el sistema moderno de producción.

Lo que se pone en cuestión es que la vieja suposición de que el sistema moderno aumente los bienes y servicios y elimine la pobreza realmente sea efectiva. Los movimientos ecologistas de mujeres del Tercer Mundo impugnan este sistema, luchando por el destierro del régimen patriarcal de desarrollo e intentando la recuperación del principio femenino que permitirá la redefinición del concepto de crecimiento y productividad.

II. Ciencia, naturaleza y género.

Las categorías reduccionistas del pensamiento y acción científicos han desplazado a la mujer del trabajo productivo para hacer de la ciencia el instrumento de uniformidad, centralización y dominación de la explotación de los recursos. El principio femenino en consecuencia se ve relegado ya que este representa lo opuesto a la manera actual de concebir el mundo, interconectando la diversidad de la naturaleza, usando la no violencia.


La ciencia moderna como proyecto patriarcal.-

La ciencia moderna se presenta en la actualidad como neutral y universal desplazando a cualquier tipo de conocimiento alterno pero esta idea que persigue valores propios es producto del saber científico en que se subordina a la naturaleza como a la mujer.

Bacon, uno de los padres de la ciencia moderna, en el siglo XVI,  creó este sistema de investigación que beneficiaba a un grupo de empresarios europeos de clase media, en la que hacía coincidir en la ciencia el conocimiento humano y el poder, contribuyendo a establecer la dicotomía entre macho y hembra, espíritu y materia, lo objetivo y lo subjetivo, lo racional y lo emocional; y una unión entre la dominación masculina y la científica sobre la naturaleza, la mujer y lo no occidental. Este método, bajo las circunstancias presentadas, no era neutral sino que era agresivo para la naturaleza y la mujer, para Bacon la naturaleza no era madre sino la hembra conquistada, transformándola de madre viva y nutricia en una materia inerte, muerte y manipulable. Así, ciencia y masculinidad se unían para dominar la naturaleza y la feminidad.

Durante tres siglos el reduccionismo fue el único sistema y método científico válido y deformó la historia de los occidentales como de los que no lo son. Esta ideología (la patriarcal) oculta tras otra ideología (la del progreso y desarrollo) ha transformado complejas y pluralistas tradiciones de conocimiento en una sola, en la que el saber científico con su pretensión universal se superpone a las demás culturas.

Las sociedades no occidentales y las mujeres se han percatado de este hecho y están revelando lo tendencioso  que es desde este punto de vista del género, la manera en que responde a las necesidades e impulsos de la cultura occidental dominante.

Actualmente esta visión de dominación está cambiando respecto al medio ambiente, los ecologistas siguen las creencias propias de los pueblos indígenas, en la que la tierra no pertenece al hombre sino el hombre pertenece a la tierra y que el hombre no debe de tejer el hilo de la vida sino que él es sólo un hilo y que todo lo que le haga a la tela lo hace a sí mismo.


La violencia del reduccionismo.-

El reduccionismo es denominado por la autora a la particular tradición epistemológica de que la “revolución científica” tiene al patriarcado occidental moderno de conocer la naturaleza al excluir a otros sujetos y otras formas de conocimiento que no sea el científico. El criterio ontológico y epistemológico del  reduccionismo se funda en la homogeneidad y que parte que todos los procesos son mecánicos.

Lucro, reduccionismo y violencia.-

Se produce porque la ciencia moderna está relacionada con la violencia y el lucro, ya que se basa en la descontrolada explotación de los recursos. Las empresas privadas o estatales, usando este criterio, miden su productividad, solamente en función a su eficiencia y lucro, sin percatarse de los costos ecológicos y sociales de su entorno. Un ejemplo claro de este reduccionismo se encuentra en la utilidad que se le da a un bosque, este para el industrial es madera comercial que se reduce a celulosa para las industrias que fabrican pulpa de madera y papel, todo esto puede ser manipulado genéticamente para que dé más producción.

El paradigma reduccionista plantea su visión desde una sola perspectiva, lo que le impide ver el funcionamiento de las economías de subsistencia de las mujeres que producen y reproducen en armonía con la naturaleza y que tienen conocimientos alternativos que están encaminados a buscar beneficios sociales y de subsistencia.

Este reduccionismo no desplazó a las otras formas de conocimiento por una competencia de eficacia y beneficio sino que fue impuesta por las políticas y programas de desarrollo que buscaban apropiarse de la naturaleza con fines lucrativos. Y con el fin de que este sistema se mantenga, las instituciones que imparten enseñanza sobre agricultura, medicina y silvicultura instruyen selectivamente a la gente en los paradigmas reduccionistas -en nombre de la agricultura, medicina y silvicultura “científicas”- para establecer la superioridad de la ciencia reduccionista. La idea del reduccionismo se consolida cuando se vincula a la naturaleza con la perspectiva de que si no genera dinero no posee ningún valor, desapareciendo de ella el valor orgánico.

Esta destrucción de los sistemas ecológicos producto del reduccionismo trae como consecuencias:  la violencia contra la mujer, ya que la diferencia experto– no experto las deja a las mujeres en muchos casos como carentes de conocimiento, la violencia contra la naturaleza porque se destruye su integridad y se le manipula indiscriminadamente, la violencia contra los beneficiarios de los conocimientos porque alega primero que el pueblo se va a beneficiar del conocimiento científico y luego lo convierte en víctima; y finalmente se produce la violencia contra el conocimiento ya que se pone como el único y válido.

Dos tipos de hechos.-

El modelo científico tecnológico asume que existe una diferencia entre el mundo de los valores y el mundo de los hechos; y que los problemas y las fuentes de violencia se reflejan en el primero, en cambio ellos se ocupan de los hechos en donde se atribuyen el haber descubierto propiedades y leyes, siendo su conocimiento “objetivo” y “neutral”.

Esta posición es cuestionada ya que la ciencia avala la suposición de que las categorías construidas socialmente son producto de un sistema cultural, patriarcal occidental y burgués.

Dos tipos de racionalidad.-

Se cuestiona la idea cartesiana de que con el estudio de las partes se va comprender el todo, ya que la idea reduccionista del método científico ha hecho que el objeto de estudio sea aislado de su medio natural sin observar la relación con otros objetos y el observador. Es así, que el experimento controlado fue una alternativa política de someter a la naturaleza y en consecuencia obtener poder. Es por eso que todos los procesos de estudio fueron orientados a obtener un beneficio para el capitalismo comercial (transformando la naturaleza y la sociedad).

La ciencia reduccionista no considera que existen otras propiedades que deben ser tomadas en cuenta, que hay otras formas de percibir y conocer el entorno; y que no se permite el acceso al conocimiento a las personas no especialistas en las áreas que estudian. Es así que la estructura de la metodología es más política que científica.

Crisis moderna y crisis ecológica.-

Si bien hace un tiempo se consideraba a la ciencia que podía reducir sus conceptos a la mera verificación  con la realidad y que existía la imposibilidad de  verificación de los enunciados científicos porque no había un vocabulario que distinguiera su neutralidad, hoy se sabe que estos presupuestos eran producto del mundo social de los científicos y no son determinados por el mundo natural. Por lo que se hace imposible distinguir los mitos del pensamiento tradicional y las metáforas de la ciencia moderna, es por eso que al conocer más de cerca la teoría y práctica de la ciencia moderna y del pensamiento tradicional obliga a que la distinción entre lo que es lo sobrenatural y lo natural ya no se mantenga.

De esta manera se puede sacar al método científico de la posición privilegiada y  elevar al conocimiento tradicional a la categoría de etnociencia. La pregunta latente es si esta forma de cambio de pensamiento traerá algún desarrollo o evolución. La respuesta aún no es clara pero se deberá en un futuro evaluarse materialmente los resultados de la eliminación del dualismo que separa el pensamiento de la acción y la creencia de la práctica.

La línea divisoria entre lo natural y lo no natural.-

Aquí está presente el conflicto de cómo se deberá evaluar estos resultados materiales de ciertos postulados científicos. En primer lugar se pueden limitar a experimentarlo en un laboratorio (ámbito especializado) y en segundo, llevarlo a un lugar natural. Para la evaluación de una perspectiva ecológica lo más recomendable es esta última. Ya que si bien existen artefactos que pueden emular condiciones naturales no reemplazan los procesos naturales que aseguran la supervivencia humana.

Es ahí donde la etnociencia interviene y que si bien para la perspectiva lineal del método científico esta incursión le pueda parecer un retroceso, la historia reciente ha demostrado que en ciertas esferas de la actividad humana es posible y deseable efectuar un pensamiento y acción ecológicos. Esta manera de evaluar ciertos postulados científicos permitirá  conocer la manera de conservar el mundo comprendiendo la capacidad humana de hacerlo.  Es así que se reclama que los experimentos y creencias científicas no se limiten a especialistas sino que se incluyan a los principales involucrados como las mujeres, campesinos y pueblos tribales. De esta forma se podrá recuperar intelectualmente el principio femenino para conseguir la preservación de la naturaleza.


III La Mujer en la Naturaleza.

La naturaleza como principio femenino.-

En la cosmología india, el mundo es producido y renovado por el juego dialéctico de creación y destrucción, cohesión y desintegración, de la tensión entre estos dos opuestos aparece la energía dinámica (Shakit), esa energía primordial es la substancia de todo y su primera manifestación es lo que recibe el nombre de naturaleza (Pakriti). La naturaleza, animada e inanimada, es así una expresión del Shakti, el principio femenino y creador del cosmos; conjuntamente con el principio masculino (Purusha), Pakriti crea el mundo.

Pakriti es valorada como la que posee actividad, fuerza poderosa y productividad, mientras que  Shiva es el símbolo de la fuerza de la creación y la destrucción es sólo inerte. Aquí la Madre naturaleza es la que da la vida, a diferencia de la idea reduccionista en que existe una dualidad y dicotomía entre hombre y mujer; y hombre y naturaleza.

La naturaleza es vista como expresión creativa del principio femenino y tiene una ontología unificada de los seres humanos y no separada. No hay distinción entre hombre y mujer porque ambos surgen del principio femenino. Es así que en esta unidad dialéctica hay una diversidad, una armonía.

Pakriti como encarnación del principio femenino se caracteriza por:

q  Creatividad, actividad y profundidad;
q  Diversidad en forma y aspecto;
q  Conexión e interrelación de todos los seres, incluso los humanos;
q  Continuidad entre lo humano y lo natural; y
q  Santidad de la vida en la naturaleza


Es de esta manera que el dualismo entre hombre y naturaleza, propio de la visión reduccionista es contrastada con esta perspectiva, para ellos la naturaleza era inerte y pasiva, uniforme y mecanicista, separable y fragmentada dentro de si misma, separada del hombre e inferior, para ser dominada y explotada por el hombre.

La visión ecológica india de la naturaleza está basada en una ontología de lo femenino como principio de vida y en una continuidad ontológica entre la sociedad y naturaleza: la naturalización de la sociedad y la humanización de la naturaleza.

Para la mujer india la muerte de Pakriti es el comienzo de su marginación, desvalorización, desplazamiento y prescindibilidad última.

La naturaleza y la mujer como productoras de vida.-

La mujer ha estado involucrada en las sociedades ecológicas que se sustentaban bajo el principio de la reproducción de vida en toda su riqueza pero al ser colonizadas estas sociedades fueron liquidadas. Los hombres han participado en actividades que destruyen los recursos mientras que la mujer siempre ha permanecido ligada a la vida y a la naturaleza a través de su función de proveedora de sustento.

Si bien, en las sociedades consumistas del mundo moderno la mujer ha perdido el principio de crear y conservar a vida, esta función en los hombres y mujeres de los bosques y campesinos ha permanecido.

La relación de la mujer con la naturaleza es reciproca porque no sólo se abastece de ella sino que también crece en la naturaleza y hace crecer las cosas, su apropiación de los recursos no constituye una relación de dominación sino de cooperación. La productividad de la mujer está basada en la subsistencia a diferencia del hombre que lo que produce son mercancías, transformando la materia prima en producto industrial que bajo el sistema capitalista le permitirá acumular capital.

Adam Smith, decía que el trabajo masculino era la fuente de dinero y que otorgaba la satisfacción de todas las necesidades de la vida, convirtiendo, así  la riqueza creada de la naturaleza  y el esfuerzo de la mujer en invisible. Esta situación en la que se desvaloriza y no se reconoce el trabajo y la productividad de la naturaleza han provocado las crisis ecológicas,  el descreimiento  y el no reconocimiento del trabajo femenino que ha contribuido al sexismo y la más marcada distinción entre los hombres y las mujeres.

La actual crisis que se vive por la explotación del medio ambiente es acusada por el mundo occidental y de quienes lo siguen, la falta de conocimiento de la creación silenciosa de recursos por parte de la naturaleza quiebra el equilibrio y la armonía que son necesarias para su desarrollo. Justamente por esa indiferencia es que el principio femenino es importante ya que está basado en la estabilidad y sustentabilidad necesarios.

La mujer es la representación de ese trabajo silencioso que proporciona sustento y crea riqueza para satisfacer las necesidades básicas, dando  la materia de vida a la naturaleza y a las personas. Por esa razón que su manera de interactuar con la naturaleza es menos agresiva y que permite la renovación de los recursos (ríos, bosques, campos), imprescindibles para el sustento.

Una alternativa que tiene la mujer para optar por liberarse de la perspectiva actual que se tiene de desarrollo se encuentra en la impugnación de los conceptos, categorías y procesos que han creado la amenaza a la vida, proporcionando nuevos, enriqueciendo con ello la vida en la naturaleza y la sociedad. Para esto se debe de reconocer a la naturaleza y a la mujer como productoras de vida y sólo esto es posible si es que se acepta la idea del mal desarrollo como la fuente de la violencia contra la naturaleza y la mujer; y que no se puede encontrar alternativas siguiendo este modelo. Por eso se debe impulsar la creación de nuevos paradigmas intelectuales ecológicos, en la que la mujer tenga un papel central  para detener el daño ecológico.

La  actual condición marginada de la mujer y sus conocimientos holísticos  y ecológicos le dan la posibilidad de conocer mejor la amenaza debido a que tienen que luchar contra ella, una facultad que los privilegiados de los grupos dominantes no la pueden poseer. Las mujeres participantes en movimientos ecologistas de la india no abordan el tema de la mujer sólo como víctimas sino que aportan nuevas categorías de pensamiento en el que se lucha contra las categorías convencionales del patriarcado. Si bien el tema de la mujer y el medio ambiente ha sido tratado con anterioridad, la autora  considera que en la actualidad estos son tratados como si fueran “una sola cosa”, que contrarresta el mal desarrollo patriarcal.

El abordar el problema de la mujer y la ecología no va a dar ningún progreso, porque sólo se podrán conseguir concesiones dentro del mal desarrollo. El tema de género, en la actualidad, sólo busca “ponerse a la altura de los hombres” basándose en que lo masculino es superior, impidiendo la posibilidad de recuperar el principio femenino de la naturaleza y la mujer.


La ideología del género versus la recuperación del principio femenino.-
                                                                                                    
A la autora le parece que las categorías de lo masculino y  lo femenino están construidas por la sociedad y la cultura pero la ideología imperante nos hace creer que están fundadas en la biología. Así, a la mujer se le ha excluido de todo lo que se considera desarrollo imponiendo la idea de la mujer como un “otro”.  A partir de esta relación asimétrica parten dos puntos de vista: la de Simone de Beauvoir donde la diferencia de género se encuentra establecida por la biología y que la condición de segundo sexo le corresponde a la mujer por lo que su liberación consistirá en la masculinización de ella, así Beauvoir considera que lo masculino es superior y las mujeres son libres de aceptar estos valores. Lo femenino es lo pasivo, débil e improductivo y cree que lo masculino suscribe el mito del hombre cazador y productivo. Pero la autora afirma que la posición de Beauvoir es refutada científicamente en la actualidad porque se ha demostrado que la supervivencia de la humanidad se ha desarrollado mejor en la época de la “mujer recolectora” que en la del “hombre cazador”. María Mies, argumenta que la relación del hombre cazador con la naturaleza ha sido violenta, destructiva y depredadora y así se ha estructurado la ideología patriarcal en que la violencia y dominación han sido tomadas como un componente principal, por lo que el hombre cazador para la naturaleza es “básicamente un parásito, no un productor”.

Por otro lado, Herbert Marcuse ve la liberación como una feminización del mundo, negando el principio masculino de la fuerza mental. Pero mantiene la idea que Beauvoir tenía de que lo femenino y lo masculino son rasgos naturales, que están biológicamente definidos, encarnando la mujer no sólo la receptividad sino la ternura, la sensualidad y la promesa de paz y alegría.

Tal dualismo es el que ha sostenido la ideología patriarcal por lo que es necesaria la existencia de un tercer concepto en el que lo masculino y femenino sean conceptos relativos y que no sean exclusivos ni de uno, ni de otro. Así, el principio femenino no está encarnado sólo en la mujer sino que es el principio de actividad y creatividad de la naturaleza, la mujer y el hombre. 

El recuperar el principio femenino permitirá tener una respuesta al principio de dominación y privación que hacen padecer no sólo a las mujeres, sino a la naturaleza y a las culturas no occidentales. El principio femenino recuperará en la naturaleza, la mujer y el hombre formas de creativas de ser y percibir, cambiando el concepto de  destrucción  por creación, construyendo una ideología  productiva y a la vez regeneradora.

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