Si la corrupción se ha institucionalizado, menudo problema el que tenemos. Es así que la forma en que muchos profesionales ejercen está condicionada a su nivel de corruptela y, ¿cuál sería la consecuencia de eso?, pues que con el pasar de los años no tengan otra forma de practicar su profesión. Imaginen lo que puede ocasionar en un juez que venda sus sentencias (mal fundamentadas y escritas) al mejor postor. Con el pasar de los años, este juez atrofiará su criterio ya que no usa su sentido común jurídico para dictaminar las sentencias. ¿Qué pasaría si la corrupción ya no es moneda corriente dentro del Poder Judicial o el CNM?¿Cómo este sujeto podrá trabajar? Sería un inútil, su estilo de operar caería en desuso y por lo tanto, perdería su empleo.
Esto sucederá en todos los ámbitos laborales. Odebrecht es una muestra clara de lo que significa la corruptela. Esta empresa en vez de ofrecer servicios, insumos, proyectos de alta calidad para ganar las buena pro de las obras públicas, se dedicaba a sobornar a funcionarios para que les den las licitaciones. Años y años de esa práctica atrofiaron su capacidad para ofrecer competencia. Por eso es que muchas personas le deben su riqueza no a sus capacidades, sino a su astucia para tomar atajos, a la mejor forma de corromper al otro para así obtener lo que desean. Con el tiempo, dejan de ser profesionales y se transforman en mafiosos que usan sus diplomas para enmascarar sus fechorías.
Es por eso que lucharán hasta el final. Saben que en un sistema ético, ellos no tendrán lugar porque ya olvidaron cómo integrarse, cómo ganarse la vida honestamente.
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