MAD se fue dejando muchos temas pendientes por tratar, aunque donde está ahora los problemas del hombre ya no le pesan. Sus monólogos eran hipnóticos. Allá, a fines de los noventas, era un peligro sintonizarlo en el extinto canal CMC. Cuántas veces he dejado de ver un programa cualquiera cuando en un comercial haciendo zapping me cruzaba con Denegri. Implacable con el uso de la lengua. Un par de veces comentó unas revistas que edité. Le dio su tiempo a un artículo que escribí sobre la lectura y desmenuzó un término que usé: "rufianesco". Aún me da escalofríos ese recuerdo. En cada segundo y minuto que pasaban pensaba si descalificaría el uso que le había dado o no. Al final dijo que estaba bien y me emocioné como con el gol de Carrillo ante Australia.Tenía 23 años y con esa aprobación para mí significó un laurel que en ese tiempo fue más que necesario, ya que el mundo de las ideas es duro y desalentador. Cuántos proyectos de juventud se me ocurrieron viendo su programa. Sobre lo que era una revista de ideas, mi afición por Bertrand Russell del que también fue su fanático seguidor o el programa radial WASP (We are Sudamerican Poets) que es 100% motivado por su inacabables monólogos.
Es innegable la profunda pena por la partida de una persona que nos enseñó el amor por los libros, la lectura y el serio conocimiento. Si bien ya se le notaba agotado en sus últimas temporadas, no dejaba de citar referencias importante para tratar ciertos temas. Ese altruismo en el conocimiento es lo que más se valora de él. Nunca se apropió de una idea ajena. Cuánta humildad en el saber para esta realidad donde más se esfuerzan por parecer que ser. Adiós MAD.
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