domingo, 3 de marzo de 2019

Educación Sentimental

El malagradecimiento contamina las buenas acciones. El refrán "haz bien sin mirar a quién" pierde todo su brillo cuando uno se cruza con personas que se lo tienen aprendido no para practicarlo sino para aprovecharse de él. Las buenas acciones deben recaer en las personas que sepan apreciarlas, de tal manera que la cadena de favores tenga efectividad. Caso contrario, para el malagradecido, un favor siempre será insuficiente. Si uno le da algo, pensará que le pudimos dar más, si no le damos, nos acusará de ser mezquinos.

La vida no da tregua, así que no podemos hacer de ella un ejercicio interminable de caridad. Por eso es importante ser selectivos con quienes uno opta por ayudar y alejarnos de quienes sabemos que no aprenderán el significado del dar sin recibir nada a cambio. Cuando estuve en la universidad, me topé con un personaje que me hizo entender algunos de estos conceptos. Al ya casi finalizar un semestre, se me acerca haciendo uso de mi amistad y me pide prestado dinero para pagar la última cuota de su boleta. Y si esta no era pagada, no podría dar los exámenes finales. No recuerdo cuál fue la razón por la que me dijo que no podía pedírsela a sus padres que vivían en provincias. Me prometió y rejuró que me lo devolvería a fin de mes. No sin antes decirme que para mí era fácil ahorrar dinero porque no tenía pareja en ese entonces ya que eso siempre implicaba gasto. Como me pareció que realmente lo necesitaba y sentía lo angustiante de la situación, le presté. El resultado es el que todos suponemos. No me pagó a fin de mes, que era diciembre, se desapareció todo el verano y en el ciclo siguiente no hace mención al dinero adeudado. Como lo correteaba todo el semestre, me pagaba a puchos. Una vez me dijo que me pagaría tal fecha, pero nunca se apareció. Al encontrarlo me sale con lo siguiente: "Luján, ese día te estuve buscando, pero sabes, me gasté la plata, era el cumpleaños de mi enamorada y le compré un perfume con tu dinero. Así que te esperas hasta la próxima semana.", luego soltó una carcajada. Así estuve varios meses hasta que al final me da un último pago y dice: "ojo, ya no te debo nada." Y le respondí que no, que todavía faltaban 50 soles. Sonriendo me agarra del hombro diciendo: "no vas a hacer escándalo por 50 soles. Muy bien no pude pagarte nada." Ya se imaginarán la cantidad prestada para que diga eso. Y cansado y molesto por tanto trote le respondí que le regalaba el dinero.

Era todo un personajillo que sus índices de frescura han sido insuperables hasta la fecha. Sin embargo, también conocí a una persona de la que aprendí a ser generoso y sin pretender más que ver a los demás sentirse bien. Finalmente, ejemplos del malagredicimiento como de la gratitud hay muchos en nuestras vidas. La idea es que tengamos buen ojo para que el balance siempre esté a favor de las personas que podamos saber que pagarán a otros con las buenas acciones que les dimos.


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