jueves, 9 de noviembre de 2023

Es curiosa la forma en que funciona la mente humana al momento de tomar una decisión...

Es curiosa la forma en que funciona la mente humana al momento de tomar una decisión. Cada persona sabe lo que sucede dentro de uno. Particularmente le doy demasiadas vueltas para realizar una acción, aunque con el tiempo he logrado penetrar en mi psiquis para lograr visualizar cómo llegan a concretarse las cosas. Sé que existe como una mesa de partes. Es decir, donde se dejan las ideas propuestas. Casi todas pasan sin filtro al departamento de factibilidad donde vemos si aquello imaginado puede ser real. Aquí hay una disputa entre dos gerentes, el que exige demasiados requisitos y el que simplemente pide lo necesario (normalmente requiere que tenga las ganas de concretarlo por un periodo de tiempo mínimo). A veces uno debe escoger a quién hacerle caso. 

El siguiente nivel se encuentra en el reconocimiento de campo. Aquí se evalúa si los factores externos podrán entrar en sintonía con los deseos de uno. Cuando los indicios son claros y que al menos no habrá mayor oposición de la realidad, entonces se pasa a lo financiero. Es decir, si aquello que se haría va a requerir de dinero. Es importante este detalle porque de no cumplir con este paso, todo volvería a cero para ser replanteada la idea. Una vez que ya está planificado, se procede a iniciar el primer paso. De ahí, ya uno lo deja al destino. No obstante, a veces la burocracia mental queda descartada cuando nos domina el capricho. Ahí la mente se transforma en una dictadura. 

Nos gobierna un tirano que es capaz de autoboicotearte solo con el interés de hacer lo que a uno le da la gana. Muy pocas veces alguna idea dirigida por aquél sátrapa de los deseos logra su propósito. Eso hace que a la siguiente vez que este quiera dominarnos, sea derrocado para volver a la cordura. Pero como en la vida política, siempre vuelve cuando nos desencantamos de nuestra forma planificada de hacer las cosas. Regresa el fantasma del "ser espontáneos" y abrimos la puerta a la tiranía del deseo. Todo este preámbulo es motivado por la interrogante de no saber cómo caraxo funciona la cabeza del alcalde para colocarle arena a una piscina e inaugurarla cuando ya no hay sol.

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