viernes, 17 de noviembre de 2023

Reflexiones luego de pisar el polvo de la tabla eliminatoria al Mundial de EEUU 2026

Una de las cosas importantes que hizo Gareca con la selección peruana fue convertir los partidos de fútbol en un espectáculo. Tenía todo: incertidumbre, drama, angustia y el éxtasis del gol. Íbamos de abajo hacia arriba. Eso cambió con el tiempo cuando el equipo se volvió predecible, pero en su mejor momento vimos a la selección de esa forma. Ahora, eso trajo a mucha gente a la que el fútbol no le atrae en demasía, sino más bien el espectáculo y el ambiente que se forma alrededor de aquello. De ahí los "himnos de la selección" y también ese mote de "la mejor hinchada". Gente que gastó lo que no tenía (y quizás siguen pagando) para acompañar al equipo a Rusia, Qatar y sus abonos para los partidos de eliminatorias. Lo que buscaron fue la emoción de ver a una selección de fútbol ganar o en todo caso, intentar hacerlo. 

 Al que le gusta este deporte no es tan fácil convencerlo. Al ir al estadio quiere aquello descrito con anterioridad, pero también le entusiasma la táctica. Eso que se ve antes que termine el partido. Cuando te gusta el fútbol, sabes que en los primeros quince minutos se define casi el 85 por ciento de cómo se desarrollará todo el encuentro. Y a menos que no tengas otra cosa que hacer con 500 soles aproximadamente, es difícil que pague por ver a una selección que no juega a nada. Pero, ¿quién sí lo haría? Al que le sobra el dinero y no sabe de fútbol. Esto lo hace con la esperanza de revivir lo pasado, lo que aún ignora es que a estas alturas estamos muy lejos de eso. El espíritu de la otrora "mejor hinchada" no es futbolera, sino festiva. Va al estadio como si fuera a ver a su grupo musical favorito. Por eso muchos no tuvieron vergüenza al alentar a la estrella del equipo rival. No fueron a ver fútbol, sino a ver al mejor jugador del mundo de cerca. 

Siento curiosidad por ver a la gente que paga tanto dinero por ver a una selección casi muerta anímicamente. Si el estadio luce lleno el martes ante Venezuela, es solo un crédito, un "cachito" de buen recuerdo que dejó el anterior Dt. y su equipo mundialista. De no haber cambios, esta fiel hinchada poco a poco comenzará a darse cuenta que lo vivido hace años no se repetirá, y se irá con su dinero a otra parte. 

No todos son tan románticos como Bukowski. Él contó que una vez se hospedó en un motel decadente y cuando apenas llegó, se fue a una cantina cercana. Ese día hubo peleas, gritos, cuchillos y todo el desmadre que le emocionaba. Él pensó que ese era el mejor lugar del mundo. Confesó que retornó una y otra vez durante dos años, aunque nunca más volvió a sentir esa adrenalina. Y que solo lo vivido esa primera vez fue una casualidad. Quién sabe si la época de triunfos de la selección peruana, que ha hecho llenar estadios en cada partido con las entradas más caras de Sudamérica, hayan sido también un afortunado regalo de la suerte.

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