martes, 17 de octubre de 2023

Seguir las normas del libre mercado tal cual están determinadas implican un cambio de mentalidad radical...

Seguir las normas del libre mercado tal cual están determinadas implican un cambio de mentalidad radical. Uno que no solo afectará a tu actuar en los negocios, sino en la vida misma. Hace varios años, un colega cometió un error grave en un emprendimiento profesional. Se excusó diciendo que asumía el error, pero que no pasó a mayores porque los otros participantes del proyecto lo solucionaron. Cuando se le dijo que se había decidido que dé un paso al costado, soltó la frase: "no me parece, sé que fue mi descuido, pero los amigos están para apoyarse". Esa respuesta me desconcertó. En realidad, yo no fui el que decidió separarlo, sino el que inició el proyecto. Es así que sus razones me convencieron. Esa actitud del colega despedido me hizo pensar muchas cosas con respecto al trabajo, la amistad, la cortesía y los modales. En que era evidente que esos aspectos no se pueden mezclar. Y es que uno no puede andar por la vida disculpándose todo el tiempo con todos por tomar medidas radicales pero que uno las cree necesarias. ¿Qué nos hace tomar esas medidas? Pues el libre mercado. Ser eficiente y productivo nos convierte en seres prácticos. Si percibimos demora, duda, falta de interés o ineficiencia, se tiene que dejar de lado a quienes la demuestran. Esa actitud debe estar bien instalada en el chip mental para evitar que la competencia se pase de largo o se distancie más. Teniendo en cuenta que uno es la punta de lanza de una empresa, la que paga los gastos y sueldos. El asalariado puede ser cortés, permisivo o lo que sea porque es el pasajero en el carro del que maneja un negocio. El libre mercado no solo es una forma de manejar la economía, sino también de hacerlo en la vida misma. Se puede decir que uno se vuelve indolente. Lo más fuerte a nivel anímico es que si estos mismos caen, nadie los levanta, sino ellos mismos. Es por eso que son partidarios de ideas que suenan tan radicales a nivel de asuntos de interés social. Pero eso no quita que también se pueda ser compasivo, generoso y amable. Sin embargo, se es consciente que serlo está quitando tiempo. Que eso que hace, es pérdida de capital o ganancia. Sabe muy bien cómo funciona el tiempo en esta era. Lo que gana es la satisfacción de ayudar al resto, pero también debilita su negocio o su proyecto de vida. Para entender cómo funciona las reglas que imperan en estos tiempos, no es suficiente leer sobre ello, sino hay que involucrarse. Ver como poco a poco la personalidad de uno va cambiando y ver qué dejamos y qué tomamos. Es por eso que cuando alguien que no ha realizado un emprendimiento serio habla sobre el capitalismo, se pueden hallar ciertos vacíos no conceptuales, sino de carácter. Las ideas no solo deben contener conceptos, sino también intención. En ellas se debe reflejar el conflicto entre uno y la realidad. Es fácil hablar del deber ser. Es común leer y escuchar a gente que dice: "Esto debe ser así y no como lo dice o hace este otro". Eso es hasta moral. Ver eso es triste. Se percibe una infelicidad creada porque el mundo imaginado no calza con lo real. Salen de sus casas con reglas que el mundo no sigue. Lo ideal es exponer el deber ser y ver qué tanto de eso en una realidad como la nuestra puede calzar. Y si no es así, entonces cómo adaptarse para lograr la meta que uno tiene. Más aún, si después de determinar ese cómo, pensar si se puede ir a la cama a dormir con la conciencia tranquila.

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