jueves, 7 de mayo de 2020

El castigo de la modernidad

Con los problemas que tenemos con el teletrabajo, con las transacciones económicas vía internet o con la educación a distancia, nos expone como una sociedad que se ha quedado en los ochentas. A veces nos decían que nuestra sociedad está atrasada con respecto a otros países y costaba entender tal concepto porque creíamos que era porque no llegaba el celular de moda o un televisor más delgado. El atraso es porque nuestra vida cotidiana no está adaptada a todas las ventajas que nos da las tecnologías del primer mundo y la incapacidad de entender en toda su magnitud su utilidad.
Parece que a los ciudadanos la virtualidad o interactuar realmente con la red para satisfacer las necesidades básicas es un castigo y no una ventaja. Y no hablo solo del usuario, sino también del Estado y las empresas privadas. Por años he visto en todos los bancos que incentivan al cliente a que usen sus servicios por banca electrónica y qué pasa ahora que realmente lo tenemos que hacer por necesidad. Pues tenemos a sus servidores colapsados. ¿Entonces?¿Realmente avanzábamos de la mano de la tecnología o solo fingíamos hacerlo?
Ni qué decir de la dificultad de los más jóvenes por aprender algo vía una pantalla. ¿Acaso verlos todo el día no es lo único que hacen? Quizás estemos confirmando in situ lo que siempre nos dicen; que la red solo está siendo desarrollada para generar consumidores y no ciudadanos cultos y formados. Nada entra en la cabeza de la gente si no está creando una necesidad de consumo.
Una nueva senda se está marcando y debemos estar listos para ir sobre ella y evitar salirnos del camino del desarrollo

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