Un asunto que podría inquietar en esta situación de emergencia nacional es la capacidad de respuesta de nuestra sociedad ante eventos de gran magnitud. Y no me refiero a las acciones que realiza el gobierno en los diferentes sectores, sino a la realidad que lo hace posible. Dentro de los peligros a la seguridad nacional se encuentran las pandemias mundiales. Esa es una variable que todo país la tiene en cuenta sin embargo pocos han demostrado eficacia ante esta. Vemos países como EEUU o de Europa que a pesar de gozar de avanzada tecnología para enfrentar enfermedades virales no están teniendo los resultados que desearían.
La pregunta es por qué. Varios especialistas dan diversas razones para ese descontrol. Una de esas explicaciones es la forma en cómo está conformado su sistema económico. Las empresas privadas no funcionan en base a intereses colectivos o nacionales, sino al incremento de su propio capital. Si estas copan todos los sectores vitales para el funcionamiento de la sociedad, ante una crisis colectiva, no tendrán capacidad de reacción porque dependen del mercado. Si no hay consumidores, colapsan. Con el objetivo de hacer crecer al mercado, la presencia del Estado ha disminuido, por lo que los encargados del desarrollo de esos sectores se encuentra en manos privadas.
Ahora mismo vemos cómo en el aspecto de las telecomunicaciones, pensiones, la minería o la banca, no están respondiendo de manera adecuada ante una emergencia global. Es comprensible que en nuestro país la Confiep de el grito al cielo y pidan con desesperación que se respeten los contratos ya que así nuestra Constitución lo dice. Y es porque nuestro sistema les ha hecho crecer en circunstancias donde el capital privado era la prioridad, no el bien común. El "chorreo económico" fue el legado del fujimorismo noventero diseñado por el Banco Mundial y el FMI. Es gracias a esa fórmula que nos ha permitido integrarnos a un sistema económico que si bien nos ha hecho gozar de la prosperidad de este, también hemos sufrido cuando ha tambaleado.
Es ese mismo modelo propuesto por otras economías externas que también les está haciendo pasar factura. EEUU tan gentil para prestar ayuda financiera a cambio de grandes intereses, ahora cierra sus puertas en una afán de intentar salvarse el pellejo.
Entre las varias estrategias geopolíticas que se deben revisar, también deberemos evaluar si los sectores vitales que garantiza la estabilidad de nuestra sociedad deben estar en manos privadas. Y no lo menciono por una preferencia ideológica en particular, sino para mejorar la capacidad de respuesta ante situaciones dramáticas como la que estamos viviendo. Si el respirador artificial de nuestra estabilidad socioeconómica no está en manos del Estado, nada nos garantiza que estará ahí siempre. El capital privado es convenido. Si ve que el ambiente donde ha crecido está muriendo, se va. Así que no se debe permitir que lo que nos hace respirar se vaya con ellos.
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