jueves, 7 de mayo de 2020

La iglesia ante la desesperación

Se ha criticado que las iglesias reciban dinero de los feligreses a cambio de nada, que ante situaciones como estas, la fe no mueve montañas. Que sería preferible que los recursos que la gente dona a las congregaciones religiosas sean destinados a los institutos de investigación médica. Pero no olvidemos que la ciencia tampoco es magia (una frase que mi padre me repetía de niño cada vez que le reclamaba que la pastilla que me había dado no me hacía sentir bien) y no tiene la solución para todos los males. Habrán situaciones en que la medicina no tenga las respuestas y que con ese silencio nos condene a un inevitable final. Cuando sales del hospital con tus resultados médicos en la mano, la ciencia no te socorre, solo se queda mirando detrás la ventana viendo como te vas hacia tu destino. Es ahí cuando el consuelo hallado en las ideas espirituales son muy importantes para mitigar nuestro dolor y angustia. La ciencia no puede explicar la posibilidad de vida después de la muerte. Para esta no la hay. En cambio, un discurso de fe te da esa posibilidad. Algunas congregaciones o sectas religiosas te dan ese consuelo negado por la ciencia. Y a quién le importa la verdad cuando la vida se te acaba. A un espíritu desesperado no le interesa si hay certeza en las palabras de su pastor. Solo es la morfina que pedimos cuando el dolor intenso de la muerte nos da su estocada final.

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