Ahora que salí a comprar nuevamente, el muchacho que me despachó los productos quiso meterlos en unas bolsas de plástico y no en las mías que son de tela. En su afán de hacerlo según sus deseos, rompe el paquete que contenía las lentejas y estas terminan regadas por donde estaban las papas que ya las había colocado dentro de la bolsa. Estas se mezclaron con la tierra que casi siempre traen. El chico me dice tímidamente y sin mirarme: "Se ha roto pero ahí está el kilo..." En esos segundos intenté comprender lo que me estaba estaba diciendo: "¿Quería que me lleve las lentejas mezcladas con la tierra de la papa?, ¿cómo voy a comer eso?" En pequeños segundos miles ideas socioantropológicas vinieron a mi mente. Pensé en el Sutep, en la prueba Pisa, en todos los ministros de Educación de los últimos años. Ya cuando iba a gritar como Bryce Echenique "¡Té Toro! ¡Leche Enci". El chico se interrumpe, se queda quieto mirando al suelo, se da media vuelta y raudamente se va a despacharme otro kilo de lenteja, regresa asumo sonriente, no le podía ver la expresión por la mascarilla, y vuelve a colocar el paquete donde estaba el otro.
Recién ahí volví a creer en el sistema educativo.
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