jueves, 7 de mayo de 2020

La crueldad humana 2

La crueldad es intrínseca al ser humano, no podemos describir ni contar nada con respecto a nosotros sin no mencionarla. No hay ninguna historia que sea valiosa para comprender la existencia si es que no se refiere a la maldad que causamos al otro. Esos relatos nos generan apasionamientos porque estamos muy cerca de cometer o de ser víctima de lo que nos narran. Y todos los días disfrutamos de una consecuencia de dicha crueldad al alimentarnos con la carne de un ser vivo que gritó de sufrimiento antes de morir. ¿Cómo vamos a deshacernos del deseo de destrucción del otro si vivimos justamente a consecuencia de ese dolor?
La pena de muerte o el deseo que individuos mueran hacinados en las cárceles víctimas de un mortal virus es similar. Aquellos pensamientos de odio hacia el prójimo se alojan en un matadero de hombres a los que le guardamos resentimiento para así librarnos del horror que sentimos al buscar culpables por lo que nos agobia. Odiemos al resto porque no sabemos a quién señalar de la destrucción de lo que creíamos intangible. Esa es la consigna. A la vez, al momento del deseo de la desaparición del otro también los enterramos de nuestra realidad soñada, de la idea ingenua de que la bondad del ser humano no se trabaja. Ellos solo serán los chivos expiatorios de las frustraciones sociales y emocionales de una civilización que no termina de convencerse que nuestra existencia vale la pena.
¿Es que no hay otra solución?, ¿solo la dominación del otro será lo que nos haga sentir seguros de existir?. Si es así, entonces no hay salida, y lo mejor será aceptar ese deseo de destrucción y no negarlo más. En base a esa sinceridad podremos reconocer que la diferencia entre los culpables e inocentes solamente está en el que los señala.

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