Es comprensible que ante situaciones de crisis uno quiera hacer algo, pero por circunstancias particulares solo se tenga que esperar. Dependiendo de qué sea lo que está sucediendo, diferentes tipos de individuos estarán en la primera línea y así sucesivamente. Algunos se desesperan por intervenir sin medir las consecuencias del ímpetu de su acto. Cuando me han preguntado si deberían intervenir ante una situación similar yo le mencionaba la lógica del tercer arquero. A los que nos gusta el fútbol sabemos que todo equipo tiene tres arqueros y que casi nunca se cambia al titular en un partido a menos que sea expulsado o sufra una seria lesión. Ante eso, vemos al arquero suplente esperando entrar solo si le sucede una desgracia al equipo. Menudas ideas las que tendrá mientras espera su oportunidad. Pero detrás de él, está el tercer arquero, y si vemos que es bien difícil que el segundo portero juegue, ya vamos pensando en las posibilidades de aquel.
La primera vez que me percaté de su existencia fue en alguna Copa del Mundo, Copa América o Libertadores. De niño veía tres jugadores con la indumentaria de arquero celebrando la obtención del campeonato. No entendía de dónde había salido si no lo había visto ni en la banca de suplentes. Con el tiempo supe que siempre estaba ahí, entrenando por igual con los demás compañeros y teniendo casi el mismo nivel de los otros, y que solo sería alineado en el equipo titular si sucedía algo extraordinario.
Entonces, esa idea del tercer portero la he tenido presente. De estar siempre preparado mentalmente para hacer lo que se deba hacer así las circunstancias no me obliguen. No sabemos si una desgracia pueda suceder y nos pidan reemplazar la labor de aquellos que ya no lo puedan hacer. Esperar en camerinos con la camiseta y los guantes bien puestos para entrar a la primera llamada, así esta nunca suceda.
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