Lo recomendable es confiar en las autoridades. Al fin y al cabo son los que tienen que tomar las medidas para proteger a la población. Parece que en situaciones extremas como las que vivimos se ponen a prueba los valores democráticos. Si ahora hubiera un referéndum para saber si debemos salir y continuar con nuestras vidas o quedarse en cuarentena, ¿qué diría el mundo?, ¿qué diría nuestro país? Un idiota presentador televisivo decía que quien cuida mejor la salud de uno es uno mismo, un individuo que en los últimos años ha descuidado sorprendentemente su peso. Entonces, de qué estamos hablando. La gente cuando duda de lo dicho por el gobierno, lo critica desde su punto de vista, de lo que le conviene obviando las necesidades de otras personas.
Lo que nos debe quedar claro es que ya no son las personas, individualmente hablando, lo que ahora está en juego, sino toda una colectividad. Tantos años de habernos enseñado lo que es la democracia y mostrarlo como la mejor forma de administrar una sociedad nos ha hecho perder la brújula. Nuestro obrar debe beneficiarnos pero sobre todo ser bueno para el resto. No hacerlo nos está haciendo vivir lo actual. La expansión del virus es porque un solo fulano quiso hacer lo que le dio la gana porque necesitaba algo particular. Eso lo hemos visto en tantas películas que no entiendo cómo es que no lo aprendemos. Tanto así que hay hasta una que se llama "El Efecto Mariposa".
Lo que le cuesta a la gente entender es que sus prioridades son nada en este contexto. De seguir haciendo lo que nos conviene, el gobierno tendrá que tomar medidas más radicales y no serán para atender nuestras necesidades. Exprimir a las empresas financieras privadas es el primer paso porque estas pueden desaparecer mientras le damos de comer a los futuros consumidores de un nuevo sistema que se construirá en los próximos años.
Pero el gobierno nunca dejará que nuestra sociedad como conjunto colapse, primero caerán los más débiles. Por ejemplo, por qué en Guayaquil la gente muere en la calle. No están muriendo por el Coronavirus, sino por cualquier otra enfermedad y no recibieron atención urgente debido a que su sistema de salud ha colapsado. ¿Qué le puede importar al Estado un enfermo del corazón cuando otro podría infectar a miles? Esa es la lógica que nos cuesta comprender.
En estos momentos no somos individuos particulares con necesidades específicas. Al gobierno en el fondo no le importa. No te lo dice, pero esa variable ya está en sus planes. Prescindir de lo prescindible es una futura consigna probable.
Si ahora ponemos en cuestión lo dicho por el gobierno y no se colabora o se le reta, el futuro es peor para nosotros. No porque ellos lo quieran así, sino porque las circunstancias se pueden ir de las manos. El virus no es un ser vivo, no tiene ideología, no es anarquista, no siente celos o envidia. Solo quiere sobrevivir en un organismo que al final podría destruir. Es quizás un reflejo de lo que son los impulsos básicos de los seres humanos.
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